Opinión | QUEMAR DESPUÉS DE LEER

Laura Fernández

Laura Fernández

Escritora y periodista

El lugar del que procede Eleven

Stephen King noveló en ‘Ojos de fuego’ la paranoia que se extendió en EEUU a finales de los 70 cuando se dijo que la CIA había empezado a usar a niños como cobayas para probar las posibilidades del control mental

Los hermanos Duffer recogieron el guante ampliando los poderes del personaje de King Charlie McGee

Ilustración Eleven

Ilustración Eleven

Existía una nota final en 'Ojos de fuego', la novela de Stephen King que los hermanos Duffer, Matt y Ross, los creadores de 'Stranger Things', leyeron en una noche siendo adolescentes y que les permitió, mucho después, crear a Eleven, la chica capaz de derrotar monstruos, y hacer cientos de miles de cosas más, con la mente. Era una dedicatoria que por alguna extraña razón no aparece en la edición de mi ejemplar en español de 1993. Decía algo así: "A mi hija Naomi, que todo lo ilumina, y que me ayudó a entender lo que es ser una niña lista camino de los 10 años. Ella no es Charlie pero permitió que Charlie sea ella misma". Charlie es Charlie McGee, la protagonista de la novela, una niña capaz de hacer arder cualquier cosa limitándose a mirarla fijamente.

Naomi King tiene hoy 52 años y es reverenda. Reverenda, sí. Está al frente de la Iglesia Unitaria Universalista de River of Grass, en Plantation, Florida. Su mujer también es reverenda. De hecho, antes de ser su mujer, fue su profesora en el posgrado de estudios religiosos que hizo en Chicago. Es curioso. Su padre, que tantas villanas obsesionadas con lo religioso ha escrito, debe de tener que asistir a todo tipo de celebraciones ahora. Al menos debió de estar en la que le valió a Naomi el Stewardship Sermon Award al mejor sermón del año 2005 por algo titulado, también irónicamente, 'Stand By This Faith'. ¿O no es 'Stand By Me' ('Cuenta conmigo'), la película que se basa en su novela corta 'El cuerpo', una de sus adaptaciones favoritas y celebradas de su padre?

Origen de la novela

El caso es que Stephen King no acostumbra a hablar de ella en las entrevistas. Tampoco concede apenas entrevistas. Hace poco concedió una, y se aseguró de que sería la única, precisamente con motivo del estreno de una nueva adaptación de 'Ojos de fuego'. Y además de hablar de su hija Naomi, de la que dice que se frustraba a menudo cuando era niña –"y esa idea está en el origen de la novela, ¿qué pasaría si una niña con pataletas pudiese hacer arder cualquier cosa?", se preguntó–, y de decir que tiene una foto firmada por Drew Barrymore –la primera protagonista de 'Ojos de fuego'– en la que una Barrymore niña está encendiéndole un cigarrillo en el set de rodaje de la película, habla del origen real de la novela.

El origen es uno que se concentra en los primeros minutos de la nueva temporada de 'Stranger Things'. Cuenta King que en la década de los 70 existía en Estados Unidos la paranoia de que el Gobierno estaba experimentando con niños y drogas de diseño. Que se les daba LSD para tratar de educarles en algún tipo de control mental. La paranoia no era tal, porque los experimentos existían, le recuerda el periodista, citándole un par de artículos que hablan de ello. En uno de ellos, se dice que la Universidad de Harvard estaba detrás del asunto. Lo que ocurre en los primeros minutos de la nueva temporada de 'Stranger Things' es que se regresa a 1979 y se echa un vistazo a cómo era un día corriente en la vida de Eleven y el resto de niños cobaya.

Espías y telepatía

"Se publicaban todo tipo de artículos al respecto y yo estaba en modo 'no-hay-que-fiarse-de-este-Gobierno'. Dábamos por hecho que si eso estaba ocurriendo, el Gobierno iba a quedarse a esos niños y a utilizarlos", explica King en la entrevista. Y eso es justo lo que ocurre en 'Stranger Things'. En la novela es algo distinto, porque los que han sido sometidos a experimentos con LSD, los que han participado en un programa llamado 'The Shop' (La Tienda), son los padres de Charlie, no la propia Charlie. A consecuencia de esos experimentos, Andy y Vicky desarrollan un tipo de telepatía que les permite manipular la mente de otros y ver, a la manera en que lo hace Eleven, lo que ocurre en otro lugar. Y Charlie nace ya con la capacidad de hacer arder todo lo que no le gusta.

La novela se publicó en 1980 y lo único que ocurre en ella es que Charlie y su padre huyen de los agentes del servicio secreto norteamericano que quieren darles caza. Admite Stephen King en esa misma entrevista que escribió 'Ojos de fuego' en una época en la que no pensaba en absoluto en el lector. "Me divertí muchísimo escribiéndola. Fue, en cierto sentido, liberador hacerlo", dice. ¿Que por qué? Porque era una novela de persecución y siempre había querido escribir una. Había querido dejarse perseguir e improvisar, como los protagonistas. Y ocurrió que algo que había sido concebido como un divertimento propio se convirtió, la noche en que los hermanos Duffer devoraron 'Ojos de fuego', en la posibilidad de un mito actualizado y expandido mundial. No, nunca se crea en vano.

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