Pros y contras | Artículo de Emma Riverola

Cultura de la violación

Entiendo la repulsión de unir ambas palabras. Pero el asco no evita que la violación atienda a la cara oscura del significado de cultura

Concentración en la plaza de Sant Jaume, de Barcelona, contra la sentencia de 'La manada'

Concentración en la plaza de Sant Jaume, de Barcelona, contra la sentencia de 'La manada' / FERRAN NADÉU

Emma Riverola

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Entiendo la desolación de mi amigo Fonalleras al escuchar a la ministra de Igualdad sobre “dejar atrás la cultura de la violación” con la voluntad de “construir la cultura del consentimiento”. Se pregunta mi compañero de columna: "¿En serio que el cerebro de la ministra de Igualdad no estuvo a punto de colapsar en el momento de pronunciar un sintagma que juntaba violación y cultura?". Entiendo la repulsión de unir ambas palabras. Pero el asco no evita que la violación atienda a la cara oscura del significado de cultura. A ese potaje de tradiciones y modos de vida que marcan una época. Y ahí, sin duda, está la construcción cultural del machismo. Esa forma de estar en el mundo, de creer que ser hombre significa tener el poder sobre las mujeres, aceptar que ese dominio es natural, propio, y que debe perpetuarse. 

¿Qué son las violaciones en manada sino una forma perversa y ritualizada de ese poder? Una sobreactuación alentada, hoy mismo, por unos discursos que están añadiendo nuevas narrativas al machismo. Vuelven a cuestionarse los avances. Regresan con fuerzas redobladas las burlas y las humillaciones. El machismo se está rearmando. Más que nunca necesitamos la cara luminosa del significado de cultura. 

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