Conocidos y saludados | Artículo de Josep Cuní

La masacre de Texas | El arma o la vida

Cada país tiene su debate recurrente, el que aparece como por hechizo y desaparece con la misma facilidad para seguir irresuelto. En Estados Unidos sucede con la tenencia y uso de armas. La masacre de Tejas ha vuelto a ponerlo encima de la mesa

Shooting reported near elementary school in Uvalde, Texas

Shooting reported near elementary school in Uvalde, Texas / MARCO BELLO

Josep Cuní

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El debate ideológico que desde hace un decenio en Catalunya tiene su eje en el independentismo, en España lo marca la polarización izquierda-derecha. Y ambos nos tienen habituados a sus bucles retóricos y a sus círculos viciosos, en torno a los cuales el hámster sigue dando vueltas y más vueltas para mareo del propio roedor, aburrimiento colectivo del público que lo observa y desafección política de la ciudadanía que lo sufre. Y es la crispación que se deriva de ello la que produce el hartazgo general que detectan y denuncian las encuestas. Lo recordaba Pedro Sánchez en el Congreso, como prólogo a sus explicaciones poco convincentes acerca del caso de los espías y los espiados.

Decir que cada país tiene su debate recurrente, el que aparece como por hechizo y desaparece con la misma facilidad para seguir irresuelto, no es para consuelo de tontos. Es para advertir que las razones del tedio son características de las idiosincrasias y suelen vincularse a las esencias patrias, convertidas en relatos existencialistas.

En Estados Unidos sucede con la tenencia y uso de armas. Para disfrute deportivo, pero también para defensa propia. Lo ampara la Constitución en su segunda enmienda y tiene su origen en la concepción fundacional del país, que cuanto menos interviniera el Estado en las vidas personales y familiares, mucho mejor. Así pues, que el Séptimo de Caballería de entonces se encargara de mantener a raya a los indios conforme se iba avanzando en el mapa, usurpándoles sus derechos, que de la seguridad privada ya se preocuparían los mismos colonos que parcelaban los terrenos de acuerdo con su decisión de quedárselos. Algo parecido a lo que hace Putin dos siglos después, en la zona sur de Siberia lindante con China, con las familias que aceptan instalarse en tierras ignotas a cambio de cultivarlas y convertirlas en útiles y fértiles.  

Pero aunque los tiempos norteamericanos marcaron la ruta, también han cambiado. Y lo que el cine nos ha mostrado como producto del Far West  ni existe ni se le parece casi 300 años más tarde, aunque el paisaje lo disimule. En cambio, la masacre de Texas ha vuelto a ponerlo encima de la mesa, como ya ocurrió con la de la iglesia de Sutherland Spring en el mismo estado hace poco más de cuatro años, y que sigue constando como la peor de cuantas han acontecido en las praderas que con mayor ahínco defienden tan terrible tradición.

Solo hace falta escuchar al gobernador del lugar o a su protector y primer senador hispanoamericano desde 2013, Rafael Edward ‘Ted’ Cruz (Calgari, Canadá, 22 de diciembre de 1970).  Graduado en Princeton y licenciado en Harvard, el asesor de George W. Bush y aspirante a sustituirle en las filas republicanas no ha sido capaz de darles respuesta a los periodistas que le preguntaban por qué en aquel, su estado, era tan fácil acceder a un arma y matar por doquier. Y todo esbozo de solución política pasaba por cargarles la responsabilidad a sus rivales demócratas, apelando a la libertad del país al que todo el mundo quiere ir a vivir. Y el declarado antiabortista abandonó el velatorio molesto por haber sido interrogado con la insistencia del reportero exigente y el dolor del padre castigado.

De fondo, otra cubana de origen como él y apellido coincidente, Celia Cruz, entona y no esconde sus famosas lágrimas negras. Como la vida.

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