Pros y contras | Artículo de Josep Maria Fonalleras Opinión Basado en interpretaciones y juicios del autor sobre hechos, datos y eventos
Los teléfonos inteligentes, los tontos y la medida del mundo
Según el filósofo Byung-Chul Han los 'smartphones' nos convierten en individuos depresivos, apegados a la subyugación de aquello que no es ni siquiera un objeto preciado, sino la confirmación de la certeza que estamos vivos

No hace mucho, el filósofo Byung-Chul Han comparaba el teléfono inteligente con un rosario y con las cuentas que lo forman. Lo tenemos siempre a mano y ni siquiera tenemos conciencia de saber por qué lo tocamos. Pero lo hacemos, convencidos de algún tipo de protección u obsesionados por una atracción casi ritual. "Es el artículo de culto de la dominación digital", decía, en una de sus frases ingeniosas. Añadía que los 'smartphones' nos convierten en individuos depresivos, apegados a la subyugación de aquello que no es ni siquiera un objeto preciado, sino la confirmación de la certeza de que estamos vivos. Cómo pasar el rosario. Lo tocamos para comprobar que está ahí porque no podemos pensar cómo será vivir sin él. En el caso extremo, los teléfonos inteligentes evitan la percepción real del momento y nos abocan a relaciones lejanas que no son más importantes que las inmediatas, las íntimas, las concretas, pero que crean la falacia de una alternativa mejor que se disipa con la llegada de un nuevo estímulo, también ausente. Y huidizo como todos los demás.
Será por eso que aumentan las ventas de aparatos tontos, es decir, teléfonos que sólo sirven para hablar. Teléfonos básicos, los llaman, y no rosarios.
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