Ágora | Artículo de Eduardo González de Molina

Van der Rohe premia el modelo de vivienda del futuro

Si queremos avanzar hacia sociedades más humanas, sostenibles y justas debemos construir (y reformar) nuestras ciudades

Un aspecto de la cooperativa de vivienda La Borda, premio Mies 2022

Un aspecto de la cooperativa de vivienda La Borda, premio Mies 2022 / RICARD CUGAT

Eduardo González de Molina

Eduardo González de Molina

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El prestigioso premio europeo Mies Van der Rohe ha galardonado recientemente a la cooperativa de vivienda barcelonesa La Borda por ser un modelo transgresor que promueve un cambio político y urbano basado en la sostenibilidad social, ecológica y económica. Este premio representa un reconocimiento e impulso decisivo al modelo de vivienda del futuro, convirtiendo a Barcelona en referencia europea de la transformación urbana del siglo XXI. 

Durante décadas, el urbanismo neoliberal ha rediseñado las ciudades -y sus viviendas- como espacios que han priorizado la rentabilidad económica al bienestar social. Pero algo está cambiando. Ante las propuestas de ciudades como espacios que perpetúan las desigualdades sociales, ahora encontramos propuestas innovadoras que buscan repensar el terreno urbano y combatir algunos de los mayores retos que ha enfrentado hasta el momento: los altos precios, la falta de perspectiva ambiental y la reducción de los espacios comunes. Ante el edificio colmena donde la interacción social es baja y la vida se fragmentaba, surge un nuevo espacio que conjuga armónicamente tres pilares hasta entonces imposibles de pensar de forma simultánea: asequibilidad, comunidad y sostenibilidad.

Asequible en la medida que su modelo parte de la colaboración con el sector público. El Ayuntamiento de Barcelona apoya financieramente y cede temporalmente un solar público a la cooperativa. A condición, todas las viviendas producidas son viviendas asequibles, con un rango de precios sensiblemente inferior (30%) a los precios de mercado. Adicionalmente, para evitar la especulación, los cooperativistas no pueden vender ni alquilar su vivienda a un precio superior al que inicialmente pagaron, consiguiendo que el modelo sea asequible a perpetuidad.

Comunitario en la medida que el edificio está diseñado desde la participación y la codecisión, donde la lógica de organización espacial se equilibra: conviven en armonía espacios comunes y privados. Los espacios compartidos se diseñan para satisfacer necesidades comunes y fomentar relaciones sociales: comedor comunitario, 'coworking', sala multiusos, huerto urbano, etc. Todo ello sin eliminar la imprescindible privacidad de la vivienda. Aquí los vecinos no son extraños. La democracia no es una palabra hueca. El edificio residencial ya no es una colmena, sino un pueblo en miniatura. En lugar de un mosaico de individuos aislados, aparece una comunidad articulada.

Sostenible porque la construcción parte de materiales ecológicos y su diseño maximiza la eficiencia energética. Y este no es un tema menor. Los edificios representan, ahora mismo, un 40% de la energía consumida y un 36% de las emisiones de efecto invernadero. Mientras, la Borda es de baja demanda energética al apostar por el aislamiento térmico, incorporar placas fotovoltaicas y renunciar al parking -fomentando a la vez un modelo de movilidad más sostenible-. A nivel arquitectónico, se han introducido el máximo de materiales bioclimáticos para conseguir un edificio pasivo. El resultado es un edificio con la máxima certificación energética (A), una reducción del 50% en emisiones por uso de materiales verdes y un ahorro energético primario del 31% junto a un ahorro de energía primaria no renovable del 92%. Todo ello se traduce en una factura mucho más asequible: 71,17€ al mes en suministros. 

Este modelo puede convertirse en el símbolo de la New European Bauhaus, que aspira a recuperar lo que en su día fue el gran movimiento europeo del diseño para impulsar una transformación urbanística que nos inspire a imaginar un futuro sostenible e inclusivo que sea apetecible “para los ojos, las mentes y las almas”. En este sentido, La Borda no es solo un modelo social, verde y democrático, sino también hermoso. Porque un paso a la sostenibilidad no debe significar renunciar a la belleza y la armonía estética. Walter Gropius, fundador de la Escuela Bauhaus, ya alentaba en esta dirección cuando afirmaba que una arquitectura moderna, armónica y vivaz es el signo visible de una auténtica democracia.

Decisiones como la que ha tomado el Premio Mies van der Rohe muestran una clara apuesta por un nuevo modelo urbano ante la indiscutible urgencia climática. Si queremos avanzar hacia sociedades más humanas, sostenibles y justas debemos construir (y reformar) nuestras ciudades. La solución solo pasa por experimentar y escalar planteamientos alternativos que resuelvan un trilema que hasta el momento parecía imposible, pero ya no lo es: comunidad, sostenibilidad y asequibilidad. Y por suerte, Barcelona está apostando decididamente por escalar este modelo. Junto a La Borda, hay otras 1000 viviendas en marcha