Pros y contras | Artículo de Josep Maria Fonalleras

La infame y oscura carga contra un cortejo funerario

¿Puede haber algo más infame y oscuro en la Tierra, más ignominioso, que hacer retroceder con violencia el dolor de un entierro?

Una imagen de la periodista Shirín abú Aklé durante su funeral en Jerusalén

Una imagen de la periodista Shirín abú Aklé durante su funeral en Jerusalén / Ilia Yefimovich/dpa

Josep Maria Fonalleras

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En alguna de las explicaciones sobre Sagitario A*, el agujero negro que ahora sabemos qué cara tiene, he leído que no existe ningún riesgo de que el Sistema Solar pueda caer en él. La verdad es que tener a mano esta información no sé si me ha tranquilizado o me ha angustiado. Si alguien lo ha escrito es que alguien ha imaginado que podía ocurrir, no pasado mañana, pero un día u otro. Quizás resulte que el apocalipsis sea eso: deslizarse por el fregadero, como si fuéramos el líquido que cae por un embudo. Ni trompetas ni caballos al galope. Un 'glups' rápido y aséptico. Indoloro.

Mientras tanto, más allá de la fascinación galáctica por la inmensidad, la terminología popular sigue asociando los agujeros negros a la maldad, a monstruos que todo lo fagocitan, ogros de un cuento infantil. Y resulta que los tenemos cerca, y no perdidos en la Vía Láctea. En Palestina, por ejemplo, la metáfora es precisa cuando vemos las imágenes de soldados israelíes que cargan contra el cortejo mortuorio de la periodista Shirin Abu Aqleh, asesinada por el propio ejército que interrumpe el rito. ¿Puede haber algo más infame y oscuro en la Tierra, más ignominioso, que hacer retroceder con violencia el dolor de un entierro?

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