Artículo de Rafael Vilasanjuan

Ucrania lo cambia todo

Si fuera verdad que Putin atacó a Ucrania ante el agobio de que la Alianza Atlántica pusiera un pie en su frontera, acaba de recibir malas noticias con el anuncio de que Finlandia abre el camino para entrar en la OTAN

Sanna Marin y Magdalena Andersson

Sanna Marin y Magdalena Andersson / TT News Agency

Rafael Vilasanjuan

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Putin tendrá sus razones para haber iniciado esta guerra, esperemos que también claros algunos objetivos para evitar que, si se le va de las manos, acabe por morir matando. Pero si fuera verdad que atacó ante el agobio de que la Alianza Atlántica pusiera un pie en su frontera admitiendo a Ucrania, acaba de recibir muy malas noticias con el anuncio de que Finlandia abre el camino para entrar en la OTAN y Suecia quiere también transitarlo.

Estos dos países decidieron practicar una política activa de no alineamiento con los bloques militares de uno u otro lado como estrategia de seguridad para evitar una posible intervención rusa. Esa sensación ha saltado por los aires. Finlandia, un país progresista y moderno, con la primera ministra más joven del mundo y el mayor número de mujeres en su Gobierno, ha comunicado a Putin que ya no se sienten seguros siendo neutrales. Suecia seguirá los pasos y aunque el proceso pueda alargarse, de partida pone a los dos países en el frente de defensa de la OTAN, aunque no fueran todavía miembros de pleno derecho y aunque algunos países de la Alianza, como Hungría o Turquía, quieran sacar tajada poniendo reparos.

La entrada es un paso importante para la Alianza. En el caso de Finlandia, que cuenta con uno de los ejércitos mejor preparados para repeler una agresión por tierra, significa poner a la OTAN a defender una frontera de 1.300 kilómetros con Rusia. En el caso de Suecia, significa además cerrar el Mar Báltico al dominio de la Alianza Atlántica y convertirlo en una ratonera para la armada Rusa. Si Putin sentía el agobio de la posible entrada de Ucrania en la OTAN, algo que en el mejor de los casos hubiera tardado más de una década, este movimiento de los países nórdicos apunta en dos sentidos: por un lado, la OTAN, en todos sus años de historia, nunca había recabado tanto apoyo; por otro, señala a Putin como culpable de este renacimiento militar. Si quería quitarse el agobio de la Alianza, ya ha perdido, Ucrania lo cambia todo.

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