Artículo de Miquel Barceló

Reflexionando sobre la ciudad del siglo XXI

En la batalla sobre la competitividad de las ciudades, algunas serán ganadoras y otras perdedoras. Las primeras serán aquellas capaces de entender y aplicar la nueva dinámica de las urbes innovadoras y de su papel en un mundo global

Barcelona oberta

Barcelona oberta

Miquel Barceló

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El pasado 3 de mayo tuvo lugar en el Ateneu Barcelonès un debate sobre la ciudad, como parte de un ciclo que lleva por título “Can our Cities Survive?”, recordando el libro que Josep Lluís Sert, decano de la GSD de Harvard, publicó en 1942. Esta sesión sobre “Ciudad, economía y sociedad” puede verse aquí.

El debate se planteó como un diálogo, que tuve la oportunidad de moderar, con la participación de Isabel Sabadí, directora de la Asociación 22@Network, Josep Samitier, director del Institut de Bioenginyeria de Catalunya y Artur Serra, director adjunto del Centro i2Cat, seguido por un debate con los asistentes al acto.

A lo largo de la sesión se fueron desarrollando algunos de los factores clave que actúan en este sistema complejo que llamamos ciudad. Voy a destacar algunos.

En primer lugar, quedó patente la necesidad de tener una perspectiva sistémica integral de la ciudad. Se trata de una realidad compleja que debe ser contemplada desde los distintos elementos que la componen y de sus interrelaciones. No puede ser comprendida desde una perspectiva gremial, por otra parte habitual en nuestro país. Es necesaria una visión integradora de distintas visiones, conocimientos y perspectivas. 

En este sentido, se destacaron las figuras de la gran urbanista Jane Jacobs y de Donella Meadows, autora del libro 'Thinking in Systems' y líder del primer informe del Club de Roma sobre “los límites del crecimiento”, del que este año celebramos el 50 aniversario. Creo que habría que divulgar en este país la obra de estas dos autoras, imprescindibles para entender la compleja realidad actual de la ciudad.

Otro aspecto destacado, en relación con la visión sistémica anterior, fue la caracterización de un ecosistema urbano innovador como el espacio urbano, basado en la mezcla de usos, donde es posible vivir y trabajar en un entorno sostenible que favorece la relación y el intercambio de ideas. La ciudad abierta de Richard Sennett. Un edificio, por más que se le pinte de un color de moda (sea verde, naranja o azul) y se le llame Hub, no es necesariamente un ecosistema innovador. Hoy en día, la palabra “Hub” o ecosistema es de uso habitual y cada institución pública está promoviendo su familia de Hubs.

También se trató la importancia de las actividades de I+D y de Innovación como propias de una ciudad o de un país avanzado. Se destacó la necesidad de invertir recursos públicos y privados en actividades de I+D y en políticas activas de innovación, donde estaríamos en un momento crítico en el sentido de la necesidad de replantear prioridades y orientaciones estratégicas. En el caso de I+D, para seguir avanzando en el camino positivo iniciado hace años, y en el de la innovación, para superar el déficit crónico existente en relación con las ciudades y las regiones europeas más avanzadas.

Actualmente, Catalunya, tanto a nivel de infraestructuras de oferta como desde la demanda, presenta un déficit en capacidad innovadora muy preocupante, como podemos observar cada año en los indicadores del Innovation Scoreboard de la Unión Europea, donde estamos en la tercera división.

La innovación social fue tratada desde diversas perspectivas. Por una parte, habría que anticiparse al fenómeno de la 'gentrificación' con políticas públicas activas de vivienda pública y mediante la conexión del sistema educativo a todos los niveles, con los ecosistemas innovadores. Y fomentando la innovación social mediante figuras como un Citilab o espacio de difusión de la cultura digital y del encuentro entre empresas, centros educativos y ciudadanía. Artur Serra destacó, además, la necesidad de replantear el modelo de innovación a partir de la nueva lógica que plantea el mundo digital. 

Finalmente, como conclusión práctica, surgió la idea de integrar ecosistemas innovadores como el 22@ Barcelona con la función de un Citilab como el de Cornellà.

La conclusión final podría ser que tanto la ciudad de Barcelona como el área metropolitana y otras ciudades, tienen mucho que aprender de estos y de otros aspectos de la nueva ciudad, desde una nueva visión sistémica e integradora de disciplinas y agentes diversos. En la actual batalla sobre la competitividad de las ciudades, algunas serán ganadoras y otras perdedoras. Las primeras serán aquellas capaces de entender y aplicar la nueva dinámica de las ciudades innovadoras y de su papel en un mundo global. 

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