Artículo de Alejandro Giménez

Superficies incómodas

La ciudad no es un lienzo virgen que espera las alegres creaciones de los arquitectos. Y ofrece superficies que nos interpelan

'Mercado de la vergüenza' en Sant Antoni, al atardecer

'Mercado de la vergüenza' en Sant Antoni, al atardecer / MANU MITRU

Alejandro Giménez Imirizaldu

Alejandro Giménez Imirizaldu

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En 'La Barcelona Incómoda', hasta el 11 de mayo, en La Model, se exponen los retos que plantean algunos monumentos. Resumen: no es fácil. No hay una respuesta sencilla a la forma en que el urbanismo debería integrar las distintas sensibilidades hacia el pasado en su materialidad. Podríamos no obstante tener clara una consigna, que no se repite lo suficiente: 'La ciudad no es una hoja en blanco' (Parcerisa, Rubert, 2000). No es un lienzo virgen que espera las alegres creaciones de los arquitectos. La ciudad no es tabla rasa. Y ofrece superficies que nos incomodan e interpelan, como la peana de Antonio López. Retirada la estatua, unas voces abogan por su reposición y otras por la eliminación de todo rastro. Las primeras se ven sofocadas por la evidencia histórica. Las segundas, desde entidades de memoria, sostienen que el cambio de nombre de la plaza y los atriles explicativos contribuyen a una visión más justa de los hechos pero flojean ante los gruesos caracteres y el mármol laudatorio del negrero. Será una mamarrachada, pero no dejo de imaginar el pedestal resignificado para otro Antonio López, fabuloso artista 'neoyorriqueño' que el SIDA se llevó por delante en 1987. El documental que explica su vida y trabajo es una delicia. En 'La noche temática' de La2.

La idea de superficie incómoda puede extenderse a otros espacios que parecen condenados al barbecho perpetuo. Tres ejemplos:

El solar de Juzgados, junto a la Ciutadella, exhibe el potencial de una posición urbana privilegiada y titularidad compartida entre la Generalitat y el Ayuntamiento. No son de acuerdo rápido pero podrían, entretanto, plantar un vivero urbano innovador o, al menos, un trigal como hizo en 1982 Agnes Denes en Manhattan. 

Retirar la losa de Sant Antoni cuesta 3,5 millones de euros. Pensemos. Podría llamarse Losa del Raval porque los que más la usan viven en pisos pequeños y oscuros del lado bajo. Sus detractores, al otro lado, critican el “mercadillo de la miseria” -¡Venden cosas de los contenedores! Y denuncian competencia desleal. ¡Que paguen impuestos! Aclárense-. O venden basura o cotizan. También alertan de camellos y 'droguedarios'. Solución: que vuelvan los coches. ¿Es sensato culpar a un objeto de lo que hacen algunos sujetos? ¿Existe algún ejemplo en el mundo de conquista peatonal revertida? Atiendan que seremos pioneros. Mientras tanto podrían excavarse parques infantiles y alcorques en lugar de macetas.

La plataforma del Fòrum. Descartado el zoo de las focas -una sede científica no educa a los niños en el sadismo- la superficie aloja eventos. Estos espacios abiertos son útiles para festivales y circos, ¿frente al mar? Tal vez no. Mònica Beguer y Laia Grau sugieren la formación de un nuevo barrio marítimo. Otra propuesta, de Maria Rubert y una servidora, ofrece un sistema de parcelación basado en la Barceloneta. Las dos coinciden en el grano menudo de la ciudad mediterránea y en una apuesta radical: vivienda pública en primera línea de playa.

Los días 6, 7, 13, 14 y 15 de este mes se celebra 'Paradigma', un conjunto de mesas de debate que recoge el legado de la Biennal de Pensament y la Setmana de l'Arquitectura del COAC con proa al horizonte de 2026, Barcelona capital mundial de la arquitectura. En la mesa no se habla de religión, sexo, dinero ni política. Son temas incómodos. Bien, aquí va a hablarse de la religión urbanística convencional y de dogmas arquitectónicos a superar o conservar. De viejos y nuevos valores. De sexo: de promiscuidad social, de diversidad e inclusión. De la arquitectura como experiencia, de la ciudad sensorial contra la ciudad espectáculo. Del roce, lo afectivo, lo próximo, lo doméstico frente a lo lejano, lo impersonal, lo pornográfico. Se hablará de dinero: ¿Quién piensa y para quién se piensa la ciudad? ¿Quién gana y quién pierde? ¿Cuánto? De los costes y beneficios de distintos proyectos de ciudad. De un reparto equitativo, o no, de lo común. De justicia e injusticia espacial. Y se hablará de política. De nuestras ciudades frente a la multicrisis -sanitaria, económica, climática y bélica- que las amenaza. Con grandes pensadoras que se estrenan en Barcelona: Rose George, Carolyn Steel, Jill Stoner. Fines de semana de mayo. No se lo pierdan.

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