Artículo de Montse Mínguez

100 días de reforma laboral

Con los datos de empleo delante, habría que preguntar a los 174 diputados y diputadas que votaron en contra de la reforma laboral si hoy mantendrían el sentido de su voto

Vista general del hemiciclo después de la votación sobre la Reforma Laboral.

Vista general del hemiciclo después de la votación sobre la Reforma Laboral. / José Luis Roca

Montse Mínguez

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El mejor síntoma de la recuperación económica de un país es el comportamiento de su mercado laboral. Nos encontramos en un momento difícil marcado por los efectos todavía de la pandemia y de la guerra en Ucrania, pero los datos publicados sobre afiliación y paro del mes de abril demuestran que la recuperación está siendo robusta y que la reforma laboral, que genera ya más y mejores empleos, ha contribuido a ella.

Justo cuando se cumplen 100 días de la aprobación de la reforma laboral, por primera vez en la historia de nuestro país se supera la barrera de los 20 millones de personas afiliadas a la Seguridad social. Tenemos a medio millón de personas más trabajando que antes del inicio de la pandemia.

El mandato que tiene la nueva reforma laboral es la apuesta decidida por el contrato indefinido en nuestro país. Es decir, acabar con la dichosa temporalidad. Con los datos en la mano, observamos cómo la contratación fija se dispara: de los 1.450.093 contratos firmados, 698.646 son contratos indefinidos. Hace cuatro meses estos contratos representaban el 10% y ahora casi alcanzan el 50%, es decir 1 de cada 2 contratos que hoy se firman, son indefinidos frente al 1 de cada 10 de hace 4 meses.

Otro mandato de la reforma laboral es luchar contra la precariedad laboral y se está consiguiendo. Se ha producido una reducción inédita de los contratos de duración inferior a una semana. Justo antes de la reforma laboral representaban un 70% hoy representan el 30%, consiguiendo mejorar notablemente la calidad del empleo, gracias al mecanismo de desincentivo incluido en la reforma laboral.

Si los datos los leemos desde el punto de vista del paro, en este mes se ha producido la mayor reducción del paro a nivel interanual de la serie histórica. En un año el paro ha disminuido en casi 900.000 personas. Hoy tenemos 3.022.000 personas en paro y para encontrar una cifra semejante en la serie histórica tenemos que retroceder hasta 2008. Durante el mandato de Rajoy, sin pandemia y sin guerra, la tasa de paro llegó a estar en el 27% y la tasa de paro juvenil en el 56%, es decir de cada 10 jóvenes casi 6 estaban en desempleo. Hoy la tasa de paro juvenil ha caído 10 puntos y cada vez es menor la brecha con los países europeos. 

Los datos muestran de forma rotunda los beneficios que la reforma laboral está generando para nuestro mercado laboral, frente a las predicciones agoreras que hacían algunos. Con estos resultados delante, habría que preguntar a los 174 diputados y diputadas que votaron en contra de esta medida si hoy mantendrían el sentido de su voto. Estoy convencida de que no. 

Como dijo Salvador Illa en un reciente acto sobre política industrial de la Fundación Campalans, quienes dicen ser ‘muy de izquierdas’ y quienes dicen ser ‘muy defensores de las políticas de Estado’ han votado 'no' a la reforma laboral y votaron 'no' al decreto de medidas para paliar los efectos de la guerra de Ucrania

Así que ¿qué tiene ese voto de izquierdas? Y ¿qué tiene ese voto de política de Estado?

La respuesta es: nada. Y nada, según el diccionario de la Real Academia Española, es sinónimo de inexistente. 

Los y las socialistas cumplimos esta semana 143 años de historia, y los cumplimos orgullosos y orgullosas porque a lo largo de nuestra historia la palabra 'nada' no ha figurado en nuestro historial de los hechos. Somos inconformistas, reformistas y firmes defensores de los derechos y libertades de las personas. No trabajamos por no conseguir 'nada' y ser 'inexistentes' sino al contrario, trabajamos por conseguir 'mucho' y para que con nuestra 'existencia' podamos contribuir a mejorar la calidad de vida de los españoles y españolas.