Apunte
Miedo escénico
Mónica Marchante
Ni bloque bajo, ni posesión ni bloque alto. Nadie puede explicar la clasificación de un equipo que estuvo fuera de la final de la Champions desde el minuto 2 del partido de ida, hasta el minuto 5 de la prórroga del partido de vuelta desde un argumento futbolístico. Los goles de Rodrygo y el de Benzema, en 5 minutos, desnudaron a quienes teorizaban sobre la superioridad manifiesta del Manchester City respecto al Real Madrid.
Saliendo del Bernabéu tras vivir algo «paranormal» recordé dos frases del gran Jorge Valdano, testigo igualmente en el estadio. «El fútbol es un estado de ánimo» es la primera de ellas. La segunda son dos palabras que Jorge recogió de García Márquez para explicar los fenómenos milagrosos que permitieron al Real Madrid de los ochenta remontadas épicas ante las potencias europeas de entonces. El ya legendario «miedo escénico» que los rivales sufren en el Santiago Bernabéu y que tan bien definió Valdano en un ensayo del año 1986.
El «miedo escénico» es una reacción de ansiedad que se caracteriza por un miedo y ansiedad incontrolables ante el público que bloquea e impide el desarrollo de las capacidades habituales del sujeto que lo sufre. Cuando Rodrygo marcó el gol que empataba el partido en el minuto 90, toda la grada sabía qué estaba pasando en ese momento por el cuerpo de los futbolistas de Pep Guardiola que se encontraban sobre el césped. El resto era cuestión de tiempo, concretamente de 5 minutos más.
Remontar lo imposible
Para quienes se pregunten en alguna parte del mundo por qué el fútbol arrastra y mueve tanto, qué tiene más allá del puro juego, del tablero táctico, de la preparación física de los atletas que lo juegan, de la sofisticación en los métodos de preparación técnico táctica, que miren lo que ocurrió en el Santiago Bernabéu la noche del miércoles 4 de mayo de 2022 a partir del minuto 90.
Si alguien sabe lo que es pelear hasta el final, remontar lo imposible, ese es Rafa Nadal. Lo grabó todo con su móvil desde el palco con la ilusión de un chiquillo. «¡Increíble, increíble!», exclamaba Florentino Pérez con todo el que se cruzaba. «Gracias por traerme aquí», le dijo Ancelotti al oído minutos después. Una noche inexplicable que vale una final.
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