Artículo Jenn Díaz

Ternura escondida

Los protagonistas de 'Heartstopper' poco a poco sueltan los miedos y las inseguridades, y se acompañan el uno al otro, y avanzan juntos

Una imagen de 'Heartstopper'.

Una imagen de 'Heartstopper'. / Netflix

Jenn Díaz

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'Heartstopper' es, probablemente, la serie más dulce y tierna que he visto últimamente. Yo, que no me tuve que esconder durante mi adolescencia para querer a las personas que amé, no podía dejar de empatizar con los personajes: dos chicos que descubren el amor, los vínculos y la sexualidad en medio de la hostilidad de un mundo que nos quiere a todos dentro de las casillas que algunos decidieron que eran las correctas. Veo, también, que a pesar de la indudable ternura y dulzura de la historia, en mi entorno ha despertado también otros sentimientos: la sensación de que a ellos y ellas, hombres y mujeres del colectivo LGTBI, les robaron la libertad, el entusiasmo y la alegría de los primeros amores.

Los personajes principales de 'Heartstopper', Nick y Charlie, empiezan escondiendo una ternura que les desborda. Empiezan. Pero poco a poco sueltan los miedos y las inseguridades, y se acompañan el uno al otro, y avanzan juntos. No obvian la mirada ajena, porque a menudo es una mirada hostil y hay que tenerla presente, pero avanzan. Yo me los miro endulzada y sonrío con cada capítulo, pero, como digo, veo en mi entorno personas que hacen memoria y se dan cuenta: les quitaron la capacidad de amar desacomplejadamente, que es como se ama las primeras veces; sin prisas, sin pesares, sin miedos, sin expectativas; liberados de todo y de todo el mundo, a bocanadas.

Pienso en la juventud de hoy, en la cantidad de referentes que tienen a su alcance —en Charlie y en Nick, por ejemplo— que les pueden servir para entender que el odio de los otros es precisamente esto, de los otros; y que no lo tienen que asumir como propio, ni lo tienen que interiorizar —pienso en 'Nanette', de Hannah Gadsby— ni se lo tienen que tragar. Existe y lo sufrirán, pero también hay otras miradas, otros relatos, otros testigos y otras narrativas sobre el amor LGTBI. Pienso, también, en el discurso transfóbico que no viene de la extrema derecha tradicional y la derecha más rancia y reaccionaria. Pienso en como su odio pretende robar a tantas personas su ternura, el respecto a los demás y la empatía. Quieren esconder existencias —como si ese fuera posible.

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