Artículo de Núria Iceta

Salir de 'Alcarràs'

La película de Carla Simón es un llamamiento a la familia, a la felicidad, a la fiesta, al trabajo cooperativo, a la esencia de lo que debería ser la vida en comunidad

La familia protagonista de 'Alcarràs', de Carla Simón

La familia protagonista de 'Alcarràs', de Carla Simón / Avalon

Núria Iceta

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Salir de las buenas películas cuesta mucho. La fuerza de los personajes, de las palabras y de los silencios de 'Alcarràs' es tal que me cuesta aplaudir. Estoy todavía bajo la brisa de un melocotonero cuando comienzan los títulos de crédito y buena parte de las 1.000 personas que llenan el cine Aribau de Barcelona estalla en aplausos. Cada uno gestiona las emociones como puede y de emociones va 'Alcarràs'. De emociones y relaciones, con la delicadeza firme del convencimiento que Carla Simón ya mostró en su primera película, 'Estiu 1993', hace cinco años.

Como ya digo que me cuesta salir de 'Alcarràs', cuando entro en el Bonpreu de mi barrio al día siguiente vuelvo a enfadarme con el no kilómetro cero de las patatas, que deben ser francesas a menos que quiera comprar una bolsa de 5 kg que se me grillarán en el cajón. Somos lo que comemos y demasiado poca atención le estamos dando al origen, el proceso y la retribución de lo que compramos.

El Primero de Mayo me pilla trabajando (no hay día de los autónomos) y en el campo seguro que también se ríen de los días de la semana y del calendario laboral. Como dijo la propia Simón en Berlín: “Dedico el premio a las pequeñas familias de agricultores que cultivan la tierra todos los días porque su manera de hacer respetuosa con la tierra es, hoy en día, una forma de resistencia”.

Una forma de resistencia es también la de una película que grita sin gritar. Es un llamamiento a la familia, a la felicidad, a la fiesta, al trabajo cooperativo, al respeto por la palabra dada, a la esencia de lo que debería ser la vida en comunidad. Pero no llama a gritos. Lo que ahora llaman neorruralidad tiene mucho que ver con el ruido y con el silencio, y con el deseo compartido de una vida más equilibrada, francamente. Si después de la primera película tuvo el Premio Nacional de Cultura y con la segunda ha ganado el Oso de oro de la Berlinale supongo que la propia Simón agradecerá que la dejemos seguir trabajando con el ritmo que quiera. Cuesta salir de 'Alcarràs'.

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