APUNTE
Qué larga se hace esta temporada
Albert Guasch
Periodista
La cotidianidad del FC Barcelona discurre con inevitable indolencia. La batuta de la desmotivación impone un ritmo plomizo en el equipo y la masa social. Los discretos resultados y la desafección se han fusionado y han formado un charquito en el que se chapotea con disimulada desgana. No van muchos aficionados al Estadi, pero al menos van con ánimo de hacerse oír.
Son tiempos en que prestamos atención a fichajes de perfil bajo, que son los que el club puede permitirse y puede encajar en su estrecho límite salarial; a renovaciones que se dan más o menos por descontadas; a la reforma que por fin empezará del Camp Nou, y pronto habrá que fijarse en si se mueve algo en la esfera económica, que se acerca el 30 de junio y no acaban de resolverse operaciones de sustancia, necesarias para quitar el susto del cuerpo de la entidad. En general la temporada se está haciendo larga, aunque de ella aún gotean satisfacciones como el refrescante regreso de Ansu Fati.
Algo más de empeño
Después de observar aunque fuera de voluntario soslayo la celebración madridista, el Barça recibió a otro equipo que suda por mantenerse en Primera en un ambiente de propósito forzado. En Madrid se reencuentran con la Cibeles y sobre todo bombean fe en lo intangible para superar al City de un Guardiola del que abominan con todas sus entrañas. Qué gran cita aguarda el miércoles. El Barça, en cambio, juega a algo tan desabrido como no descolgarse de la élite y en entrar en la Supercopa de Piqué, que ya se sabe que proporciona un buen pellizco de dinero saudí. No es lo mismo, y se nota en todo.
El equipo de Xavi puso ante el Mallorca un poco del empeño que se echó de menos el domingo pasado ante el Rayo, sin ir más lejos, o antes ante el Cádiz. Se vio un ritmo mejor, nada del otro mundo, nada que llevara ni al optimista más irredento a tener ensoñaciones primaverales de Champions. Le bastó para ganar, pero no para convencer. Suerte tiene de que los rivales de arriba circulan por camino de clavos, de tantos pinchazos que acumulan.
Pero hasta un Mallorca con más limitaciones que virtudes fue capaz de poner nerviosa a la parroquia del Camp Nou. Incluso al entrenador le debió coger un hormigueo en las rodillas, a la vista de que echó mano de Lenglet en los últimos minutos para sellar con cemento el marcador. Se diría que la temporada se le está haciendo particularmente larga al mismo Xavi, al que uno imagina con el depósito bajo de nuevas consignas motivacionales para sus jugadores.
El equipo va justo, no presiona con la dentadura afilada de los dos meses de oro de la etapa de Xavi, pero le llegará para alcanzar el objetivo B. El más fino en estas jornadas de desenlace parece ser Memphis Depay, que empezó de cine, desapareció y ahora que ya se acaba el curso vuelve cargado de vitaminas. Nunca es tarde para poner figuras en el escaparate de verano, trascendental para consumar una reconstrucción que eleve y democratice la devoción extraviada.
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