Artículo de Ruth Ferrero-Turrión

¿Ucrania en la UE?

Existe una voluntad política en la Comisión de que así sea, pero no parece que esa vaya a ser la tónica general en lo que se refiere a los estados miembros

Ursula Von der Leyen y Josep Borrell en su visita a la ciudad de Bucha.

Ursula Von der Leyen y Josep Borrell en su visita a la ciudad de Bucha. / EFE

Ruth Ferrero-Turrión

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Una de las reacciones que más sorpresa ha levantado como consecuencia de la invasión rusa de Ucrania ha sido la manera en la que la UE ha respondido a esta agresión. La rapidez y cohesión de su respuesta a través de la aprobación de, ni más ni menos, cinco paquetes de sanciones en solo un mes o la aprobación del Fondo para la Paz que, por vez primera, permite enviar armas a un país tercero, es solo un ejemplo de la reactividad con la que se está trabajando en estos momentos en Bruselas.

En el mismo contexto, se observan movimientos en relación con la posibilidad de otorgarle a Ucrania, con cierta celeridad, su condición como candidato a ser miembro de la UE. Tras años de una parálisis de la política de ampliación produce, al menos, extrañeza que, de repente, vuelvan las ansias de expandir la UE. Y ni más ni menos se le ofrece esta posibilidad a un país de unas dimensiones territoriales y demográficas que harían saltar por los aires los procesos de toma de decisión en el seno del Consejo. Y con el añadido de que es un país que está en guerra y que nunca se ha caracterizado por ser una democracia ejemplar.

No son nuevos los globos sonda que se han ido lanzando en esta dirección hacia Ucrania. Ya en 2014 se habló de la perspectiva europea del país como consecuencia de la revolución del Maidan, algo que fue interpretado por líderes políticos y ciudadanos como una invitación a entrar en la UE. En esta ocasión, ha sido la presidenta de la Comisión, Von der Leyen, la que volvió sobre esta misma idea al afirmar que “Ucrania es uno de nosotros y los queremos con nosotros”. La ambigüedad de la frase quedó sobreseída tras la visita que ella y el Alto Representante, Borrell, realizaron a Kiev para entrevistarse con el presidente Zelenski y entregarle el formulario para solicitar formalmente la adhesión.

Pero, ¿es posible que Ucrania pueda acceder a la UE por una vía rápida? Parece que existe una cierta voluntad política para que esto sea así, al menos los decisores políticos de la Comisión así lo han mostrado. Sin embargo, no parece que esa vaya a ser la tónica general en lo que se refiere a los estados miembros, que es donde siempre se han producido los frenos a esta cuestión. Y ya hay quienes, como el Gobierno holandés, han lanzado sus posiciones poco favorables, y no parece probable que Francia fuera a aprobar un movimiento en esta dirección, tras años de resistencia a cualquier expansión de la UE, o si no pregunten a albaneses y macedonios.

Durante años, se acusó al Reino Unido de ser el país que incitaba a la ampliación puesto que eso evitaría un proceso de integración que no entraba en sus cálculos. Cuantos más países en la UE, menos posibilidades de gobernanza supranacional habría. Sin los molestos británicos, otros tomaron la iniciativa en la misma dirección, húngaros y polacos. Sin embargo, lo que llegaba desde Bruselas y desde las capitales era una queja unánime. La ampliación “geopolítica” acontecida entre 2004 y 2007 por la que las fronteras de la UE se habían desplazado hacia el este había sido un error. Decían entonces que aquellos países no deberían haber entrado entonces y de la manera en que lo hicieron, puesto que esta era la causa de muchos de los problemas a los que se enfrentaba la Unión en la actualidad: corrupción, derivas iliberales, quiebras del Estado de derecho y un sinfín de otras plagas que impedían avanzar hacia un proceso de integración pleno.

De hecho, esta era opinión dominante de los más fervientes europeístas el 23 de febrero de 2022. Unas semanas más tarde todo ha cambiado. Ya nadie se acuerda de los argumentos esgrimidos y las quejas. Ni tampoco de los países que continúan esperando a ser admitidos. Ahora todo se ha tornado en la necesidad de construir una Europa sostenida sobre la seguridad y la defensa en la que, por supuesto, ha de estar Ucrania, puesto que como dicen “se lo ha ganado a pulso”. 

La UE se juega mucho, tiene que decidir si lo apuesta todo a la securitización, a costa de sacrificar valores que se han entendido como esenciales de las sociedades europeas. Qué paradoja sería que el proceso de integración europeo cambiara el rumbo y ya no pivotara sobre valores y gobernanza supranacional, justo una de las causas del Brexit.

Suscríbete para seguir leyendo