Artículo de Isabel Sucunza

Paradistas en la puta calle

La consigna era: adelante con todo, crucemos los dedos y ya se verá. Y lo que se vio es que libreros, editores y vendedores de rosas, ese día, estábamos totalmente desprotegidos

BARCELONA 23/04/2022 Puesto de venta de libros sale volando por el clima en el Paseo de Gracia. FOTO de ZOWY VOETEN

BARCELONA 23/04/2022 Puesto de venta de libros sale volando por el clima en el Paseo de Gracia. FOTO de ZOWY VOETEN / ZOWY VOETEN

Isabel Sucunza

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Suspender un Sant Jordi es complicado y muy, muy impopular. Cambiarlo de día tampoco convence porque vete a saber si la gente responderá y no se acabará perdiendo dinero. Reubicarlo en un sitio cubierto rompe con la tradición de las calles abarrotadas; la ciudad no acabará de parecer una fiesta y, no nos engañemos, no sería lo mismo. Aun así, una de estas tres tendría que haber sido la decisión que se debería haber tomado la semana pasada, días antes del desastre.

Es fácil decir esto a toro pasado, sí: no son cosas que puedan decidirse de un día para otro y, con la previsión meteorológica, ya se sabe: nunca se sabe.

Que no se hizo nada, vaya, y que el viernes por la noche, la consigna era: adelante con todo, crucemos los dedos y ya se verá. Y lo que se vio, aparte de una ciudadanía volcada en la compra de libros (qué fuerte, la tradición), es que libreros, editores y vendedores de rosas, ese día, estábamos en la puta calle, totalmente desprotegidos.

No había un seguro, no había un plan b; por no haber (y esto es muy grave), no había ni un plano con las salidas de emergencia marcadas; ninguna sesión informativa de prevención de riesgos, ningún plan de evacuación masiva.

En el paseo de Gràcia, todos calados, con la parada destrozada, unos cuantos, después de hablar con los responsables de nuestro tramo y de escuchar cómo nos decían que no podíamos salir hasta las nueve, pero que hiciéramos lo que quisiéramos, que si la furgoneta conseguía pasar, ellos no dirían nada, descubrimos que se podía entrar por Rosselló, contra dirección, porque no había policía. Y eso es lo que hicimos. En la plaza Reial tuvieron que desmontar las paradas para sacarlas (centenares de libros, las mesas, los toldos que quedaban) a pulso entre todas las personas que pudieron reunir.

Podía haber pasado algo mucho más gordo. Hay unos responsables de todo esto que deberían empezar a hacerse cargo del desastre.

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