Artículo de Esther Niubó

El momento de la Formación Profesional

El Govern de Aragonès ha anunciado para el próximo curso solo 7.000 plazas más en el ámbito educativo, cuando cada año quedan excluidos del sistema unos 20.000 jóvenes que no pueden acceder a ciclos formativos por falta de plazas

Los recién titulados asturianos de FP, entre los mejor remunerados de España

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Esther Niubó

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La FP no ha sido una prioridad por los últimos gobiernos de la Generalitat de Catalunya. De hecho, su necesaria modernización y flexibilización sigue pendiente desde la aprobación de la ley 10/2015 de formación y calificación profesionales, y es con la llegada del Gobierno de Pedro Sánchez que hace una apuesta decidida por un nuevo sistema de FP integrado y una política de formación de calidad a lo largo de toda la vida, que se evidencia más que nunca que la puesta al día de un sistema de formación y calificación profesionales en Catalunya es inaplazable.

Mientras el Gobierno de España se ha comprometido a crear 200.000 nuevas plazas hasta el 2023 -Catalunya ya ha recibido más de 85 millones- y recientemente ha aprobado la ley de ordenación e integración de la FP, en Catalunya, el balance de la gestión de la FP durante la última década ha sido muy pobre: insuficiencia de recursos y una oferta pública muy insuficiente aún hoy en día y poco adaptada a las necesidades de la industria 4.0, la digitalización y la transición verde; falta de prospección de necesidades formativas y escasa planificación; falta de un servicio potente de orientación; prácticamente nulo despliegue de la ley, y ningún centro de FP integrado, que contrasta con los 15 centros en la Comunidad Valenciana o los 31 en Castilla y León.

El reto, pues, que tenemos en Catalunya es mayúsculo: mejorar el nivel de formación de la ciudadanía, reduciendo el actual 35% de personas activas con bajo nivel de calificación, e incrementar el porcentaje de personas con títulos de FP, es decir, con niveles medianos de formación, para afrontar los retos laborales del mercado actual. 

Por eso, los y las socialistas proponemos crear 38.000 nuevas plazas públicas, no solo para garantizar la continuidad formativa del alumnado proveniente de la ESO, sino también para dar respuesta a las necesidades de las personas desocupadas y de aquellas que quieren reforzar su formación o recalificarse, que quieren una nueva oportunidad, acreditar su experiencia o continuar su carrera profesional pasando de grado medio a superior. Nos preocupa que el Govern de Aragonès haya anunciado para el próximo curso solo 7.000 plazas más en el ámbito educativo, que no responden a una buena prospección de las necesidades formativas, cuando cada año quedan excluidos del sistema unos 20.000 jóvenes que no pueden acceder a ciclos formativos por falta de plazas. No es aceptable ni sostenible. 

La FP es una herramienta de calificación y especialización que permite mejorar la empleabilidad y productividad de las personas trabajadoras y fomenta la capacidad de inserción y reinserción, además de revertir en una mayor competitividad de las empresas, que a menudo, y especialmente en los últimos tiempos, tienen dificultades para atraer o retener profesionales especializados. Corremos el riesgo de abocar más jóvenes al paro juvenil -que ya supera el 25%- y al abandono prematuro -que en el grado medio ronda el 40%-, porque muchos jóvenes 'expulsados' acaban quedándose en casa o eligiendo un ciclo diferente del que deseaban, haciendo el Bachillerato cuando no querían o una formación a distancia que dificulta la creación del vínculo necesario y limita la formación práctica que caracteriza la FP. 

En este sentido, pedimos también más inversión en profesorado, centros, aulas, laboratorios, maquinaria y tecnología -a menudo obsoleta y diferente de la que se encuentra en el mercado-, y eliminar las tasas de matriculación que se mantienen todavía desde los años más duros de los recortes de Artur Mas, que ni fomentan la FP ni contribuyen a la igualdad de oportunidades.

El modelo productivo catalán no se puede permitir una FP que no esté a la altura de las necesidades territoriales y sectoriales de la sociedad y del tejido económico. La FP tiene que ser palanca de transformación de nuestro modelo productivo dinámico, y se tiene que hacer con un sistema de gobernanza integrado que tenga en cuenta la participación de los agentes económicos y sociales, con una clara apuesta por la FP dual y por la incorporación de las mujeres en ciclos vinculados a la industria o a las disciplinas STEAM, para no reproducir la brecha salarial en sectores de futuro.

Los y las socialistas apostamos por una modernización de la FP, que tiene que ser más innovadora, más tecnológica y más internacionalizada. También más flexible, integrada, accesible e inclusiva. La puesta al día de la FP ya no puede esperar más. Es el momento.

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