Artículo de Elena Neira

Los jóvenes quieren ver tele, pero no en la televisión

La programación de calidad y el dinero invertido en el canal para jóvenes BBC Three no han servido para conectar con un segmento no interesado en un medio que ‘obliga’ a consumir de una determinada manera

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Elena Neira

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BBC Three, el último experimento del servicio público de radio y televisión británico para seducir a las audiencias más jóvenes, ha resultado ser un fiasco. Por partida doble, además, ya que este canal de televisión recién relanzado había sido clausurado hace más de cinco años, ante su escaso gancho entre el público al que se dirigía. Tratándose de la BBC, una de las corporaciones públicas más prestigiosas de Europa, la lección es especialmente relevante. La marca de prestigio, la programación de calidad y todo el dinero del contribuyente invertido no han servido, al menos de momento, para conectar con el codiciado segmento de 16 a 34 años

La historia de la BBC Three ha sido complicada desde el principio. Arrancó su emisión en 2003, con la vocación de convertirse en un canal dirigido a los más jóvenes. La lógica era simple: que el espectador creciese vinculado a la marca BBC, para luego convertirse en audiencia de su oferta más adulta. Tras diez años de emisión, se hizo evidente que las cuentas no salían. En 2014 se tomó la decisión de convertirlo en una suerte de canal 'on line', siguiendo esa lógica 'adulta' de que todo lo digital tiene sentido entre la gente joven. BBC Three se convirtió en parte del servicio de televisión a la carta de la corporación pública (BBC iPlayer) en febrero de 2016. Una vez liberado de la 'carga' de lineal (y del yugo de las audiencias) se produjo un gran cambio. De su cocina empezaron a salir programas que llamaban la atención del nicho al que se dirigían. Y a lo grande. En su periplo por iPlayer, BBC Three fue el hogar de exitazos como 'Fleabag' y 'Killing Eve'. Pero el golpe de efecto definitivo llegó con la pandemia, de la mano de ‘Normal People’, adaptación del superventas de Sally Rooney. La serie pulverizó records en iPlayer, y la BBC se vino arriba. En 2021 anunciaba a bombo y platillo el regreso de BBC Three como canal de televisión convencional. Lo haría por la puerta grande, con el doble de presupuesto y un objetivo muy alineado con su función pública: ofrecer programación de calidad para aquellos segmentos de población más desfavorecidos, que no pueden permitirse pagar una plataforma de 'streaming'. Todo el mundo parecía convencido de que una buena combinación de drama, comedia, entretenimiento, programas documentales, noticias y deportes, iba a lograr el más difícil todavía: que los jóvenes aceptasen someterse a la disciplina de un canal de televisión frente a las ventajas del consumo bajo demanda. 

Los 80 millones de libras que se destinaron al relanzamiento del canal han servido de poco. En los dos meses que lleva en funcionamiento ninguno de sus estrenos (a excepción de 'RuPaul's Drag Race') ha logrado superar los 50.000 espectadores en lineal. Las cifras bajo demanda, sin embargo, son buenas, un argumento que se ha convertido en la principal defensa de la BBC. «Los programas de BBC Three han tenido 57 millones de reproducciones en iPlayer. Las audiencias valoran la opción de escoger cuándo y dónde ven las cosas. No juzgamos un programa en base a los 'ratings' de una noche, ya que no representa el visionado real de un programa, especialmente cuando hay la oportunidad de ver un programa en lineal u 'on line'» aseguraba un portavoz de la cadena.

Todos dan por seguro que la andadura de BBC Three como canal de televisión tiene los días contados. En cualquier caso, el aparente fracaso de la iniciativa reafirma una hoja de ruta muy valiosa para el sector. La televisión lleva años arrastrando un severo problema: los jóvenes están cada vez menos interesados en un medio que 'obliga' a consumir de una determinada manera. Esto, para un grupo demográfico que vive un entorno bajo demanda, es sencillamente incómodo. Solo se acepta en casos muy puntuales, cuando la televisión en directo logra convertirse en experiencia. La televisión del hogar es cosa de mayores. Los jóvenes entienden la televisión de forma personalizada y adaptable. En esta era de la televisión del individuo, cada uno se convierte en su programador, sin tener que atender a horarios o a parrillas preestablecidas. Sí, los jóvenes quieren ver tele, pero no en la televisión.

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