Ágora | Artículo de Víctor Codina

Paz y justicia en El Salvador: ¿Por qué llegaron de noche?

La noticia de la masacre en la UCA de San Salvador en 1989 dio la vuelta al mundo y desveló la crueldad de la guerra y la responsabilidad del gobierno de Estados Unidos

Procesión, en el 2009, del 20º aniversario de la muerte de Ellacuría.

Procesión, en el 2009, del 20º aniversario de la muerte de Ellacuría.

Víctor Codina

Víctor Codina

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

"Si me matan de día sabrán que ha sido la guerrilla, pero si llegan de noche serán los militares los que me maten”. En la última película del cineasta vasco Imanol Uribe, 'Llegaron de Noche', escuchamos al jesuita Ignacio Ellacuría, interpretado por Karra Elejalde, pronunciar estas palabras.

El 6 de noviembre de 1989 Ellacuría había recibido en Barcelona el premio Alfonso Comín. En su discurso habló de revertir el curso de la historia y construir una civilización basada en el trabajo y la sobriedad compartida.

Diez días después, a su regreso a El Salvador, fue asesinado junto a cinco compañeros jesuitas de la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas -la UCA de San Salvador-, una trabajadora de la universidad y su hija. Eran Ignacio Martín-Baró, Segundo Montes, Amando López, Juan Ramón Moreno, Joaquín López y López, Julia Alba y su hija Celina Ramos.

La masacre tuvo lugar en un contexto de explosiva tensión social y económica en El Salvador, entre una minoría poderosa y la mayoría de un pueblo sumamente empobrecido. Esta tensión, presente desde 1970, explotó en una guerra civil que duró de 1980 a 1992 y enfrentó a las Fuerzas Armadas de El Salvador (FAES) apoyadas por Estados Unidos y el Frente Farabundo Martí de Liberación Nacional (FMNL).

El conflicto, en el marco mundial de la guerra fría entre Occidente y el mundo soviético, produjo 70.000 muertos y 15.00 desparecidos. Los gobiernos salvadoreños de derechas tildaban de comunistas a todos los que hablaban de justicia y deseaban un mundo más justo. Esto explica el asesinato de muchos campesinos, mujeres y niños, de sacerdotes, del jesuita Rutilo Grande y sus dos catequistas, del arzobispo Oscar Romero en 1980, y también de los jesuitas y las dos mujeres de la UCA en 1989.

Ignacio Ellacuría, rector de la UCA, hombre de gran lucidez intelectual y una extraordinaria dialéctica, comprometido en la defensa de los derechos humanos, había convertido esta universidad en un centro de investigación y de formación al servicio de la justicia, propiciaba el cese de la violencia y el diálogo entre los dos frentes contendientes, para salvar vidas y construir un país más justo.

Ellacuría veía necesaria la negociación, pues si ganaba la derecha continuaría la represión y la falta de derechos humanos, continuaría la explotación y la pobreza. Y si ganaba la izquierda habría graves problemas por falta de capacidad para gobernar, tanto desde el punto de vista político como técnico, con el riesgo de una intervención de Reagan como había ocurrido en Nicaragua.

La postura de Ellacuría y de sus compañeros era fruto de una visión cristiana que une la fe y la justicia, el Evangelio y la vida, Jesús crucificado y los crucificados de la historia. Por este motivo asesinaron a Rutilio Grande y a Romero, a Ellacuría y a sus hermanos de la Compañía de Jesús, y también a las dos mujeres. Por este motivo los soldados llegaron de noche para matarlos.

La noticia de la masacre de la UCA dio la vuelta al mundo y desveló la crueldad de la guerra y la responsabilidad del gobierno de Estados Unidos en estas muertes por su gran apoyo político y económico al ejército salvadoreño. Fruto en gran parte de este asesinato fueron los Acuerdos de paz de 1992 en Chapaltepec.

En 1986 Ignacio Ellacuría me invitó a dar durante un semestre clases en la UCA. Conviví con todos los compañeros jesuitas. No regresé a El Salvador hasta el año 2000.Todos mis antiguos compañeros estaban enterrados en la capilla de la universidad. Don Obdulio, jardinero, esposo de Alba y padre de Celina, plantó en el jardín seis rosas rojas y dos rosas blancas.

Sobre este jardín martirial, el obispo poeta Pere Casaldàliga escribió este poema: El juramento cumplido,la UCA y el pueblo heridodictan la misma leccióndesde las cátedras fosas.Y Obdulio cuida las rosasde nuestra liberación.”

Como dijo Ellacuría en Barcelona 10 días antes de su asesinato, debemos revertir el curso de la historia.

Suscríbete para seguir leyendo