Artículo de Desirée de Fez

El ocaso de la superproducción de autor

Tres proyectos fallidos ponen de manifiesto la dificultad cada vez mayor que tienen los directores con personalidad, talento e ideas para levantar películas grandes

Robert Eggers y Anya Taylor-Joy, ayer en Sitges.

Robert Eggers y Anya Taylor-Joy, ayer en Sitges.

Desirée de Fez

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El viernes llega ‘El hombre del norte’, lo nuevo de Robert Eggers, director de las magníficas ‘La bruja’ (2015) y ‘El faro’ (2019), dos de las películas de género fantástico más importantes de la pasada década. Es una superproducción de vikingos con un reparto estelar (Alexander Skarsgard, Nicole Kidman y Anya Taylor-Joy) y ha ido muy mal en taquilla en los países donde se ha estrenado. Ese fracaso por confirmar (aún no se sabe qué pasará en Estados Unidos, donde también se estrena este viernes) ha dado pie estos días a todo tipo de reflexiones sobre qué quiere el espectador de hoy, el futuro del ‘blockbuster’ y hasta la posible muerte (o no) del cine.

Por otro lado, el pasado lunes se anunció la cancelación, semanas antes de empezar su producción, de ‘Mina Harker’, la versión de Drácula que iba a dirigir Karyn Kusama. Aunque las razones no están claras, la revista ‘Deadline’ apuntaba que Miramax había salido del proyecto por diferencias creativas con la directora. Y otra noticia de estos días la daba el propio Eggers al contarle a Marc Maron en su ‘pódcast’ ‘WTF’ que, de momento, su película sobre Nosferatu, proyecto cuyo anuncio despertó mucha expectación, de momento está parada.

Las tres noticias están unidas por una certeza: cada vez es más difícil que los autores personales levanten películas grandes (a excepción de los encargos para franquicias, a menudo más impersonales de lo que queremos ver). Más allá de la conversación sobre el futuro del cine, hay una realidad que, al final, es la importante. Y es la dificultad, cada vez mayor, de directores con personalidad, talento e ideas para levantar películas grandes. Y no grandes por megalomanía, sino porque no todas las historias pueden contarse con presupuestos ajustados. Esas tres películas –solo la primera llevada a término– son buenos ejemplos. En otro momento de su charla con Maron, Eggers se refiere a sus primeras tomas de contacto consciente con el cine y cita a Terry Gilliam y a Tim Burton. No es casualidad. Esos dos cineastas tremendamente personales pudieron exponer sus universos, sus historias y sus ideas en películas grandes, todo lo grandes que tenían que ser. Ojalá las dinámicas de producción actuales no acaben con la posibilidad de ese cine.

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