Opinión | Análisis

Rafael Tapounet

Rafael Tapounet

Periodista

Tenemos que hablar de Frenkie

Frenkie de Jong visiblemente decepcionado tras encajar el tercer gol durante el partido de vuelta de los cuartos de final de la Europa League contra el Eintracht de Frankfurt

Frenkie de Jong visiblemente decepcionado tras encajar el tercer gol durante el partido de vuelta de los cuartos de final de la Europa League contra el Eintracht de Frankfurt / JORDI COTRINA

En enero de 2019, Frenkie de Jong parecía un futbolista diseñado por los dioses para triunfar en el FC Barcelona. Lo tenía todo: pedigrí (hablamos de un centrocampista de la escuela holandesa que triunfó en el Johan Cruyff Arena), talento, elegancia, polivalencia, juventud y hasta buenos modales. Dos meses después de que Josep Maria Bartomeu se asegurara su contratación por 75 millones de euros más variables en una de las pocas operaciones de la anterior junta directiva que en su momento nadie consideró oportuno censurar, el prodigioso Frenkie se convirtió definitivamente en el novio del barcelonismo al liderar aquel Ajax que asaltó el Santiago Bernabéu (1-4) y dejó al Real Madrid fuera de la Liga de Campeones. Por entonces, el porvenir de De Jong generaba un raro consenso en el planeta fútbol: en un plazo no superior a tres años, estaba llamado a ser uno de los centrocampistas más dominantes de Europa.

Pero, ay, han pasado esos tres años y el deseado Frenkie se ha transformado en un personaje de Scott Fitzgerald, aquel novelista dipsómano que dijo: “Muéstrame un héroe y te escribiré una tragedia”. A sus casi 25 años, edad en la que a los futbolistas se les supone una cierta plenitud, el neerlandés es la atormentada víctima de una promesa nunca cumplida que se ve arrastrada hacia el pasado como esos botes que reman contra la corriente en el pasaje final de ‘El gran Gatsby’. Su tétrico partido del otro día frente al Cádiz fue el enésimo capítulo de una larga y dolorosa decepción sobre la que no parece sensato seguir guardando silencio.

“Nunca culpo al fracaso –hay demasiadas situaciones complicadas en la vida-, pero soy absolutamente despiadado con la falta de esfuerzo”, escribió Scott Fitzgerald en una carta dirigida a su hija Frances. Llegados a este punto, en el que a la falta de acierto se le empieza a sumar una indolencia bastante alarmante, el único argumento que parece justificar la continuidad de De Jong en el Barça es el miedo a que todo aquello que un día creímos intuir se acabe haciendo realidad con una camiseta que no sea la azulgrana. Eso sí sería una tragedia devastadora.  

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