Artículo de Álex Sàlmon

Un adelanto a la andaluza

Es cierto que el fenómeno Feijóo parece haber dado alas al PP. También es cierto que estas relecturas condicionadas a un nuevo liderazgo duran poco

Alberto Núñez Feijóo y Juan Manuel Moreno Bonilla al comienzo del XX Congreso Nacional del PP en Sevilla

Alberto Núñez Feijóo y Juan Manuel Moreno Bonilla al comienzo del XX Congreso Nacional del PP en Sevilla / EFE / JULIO MUÑOZ

Álex Sàlmon

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El presidente de la Junta de Andalucía tiene la facultad de convocar elecciones cuando le plazca. La palabra puede sonar subjetiva, pero no es así. Las últimas elecciones se celebraron el 2 de diciembre de 2018. Cualquier fecha que se mueva lejos de ese día en 2022 pasará por el oportunismo presidencial de Juanma Moreno.

Es cierto que todos los presidentes en alguna de sus legislaturas han apostado por convertir las elecciones en una herramienta de comunicación. Y los que han optado por agotar el tiempo han sido criticados por los suyos.

Claro que no siempre sale bien. Por mucho que los datos demoscópicos digan lo contrario, si sumamos adelantos electorales descubriremos que el tanto por ciento que alcanzan el objetivo es menor.

En el caso de Andalucía los riesgos son muchos. Como ha repetido en las últimas horas el vicepresidente, Juan Marín: “¿Por qué tenemos que parar ahora?”. La pregunta tiene sentido. Es cierto que el fenómeno Feijóo parece haber dado alas al PP. También es cierto que estas relecturas condicionadas a un nuevo liderazgo duran poco.

El Gobierno de Andalucía, que arrancó con la polémica del respaldo de Vox, ha sabido encontrar en la gestión callada ciertos lazos de cooperación que le ha servido para aguantar sin escándalos, mientras en el resto de los gobiernos autonómicos o central las tensiones eran intensas.

Moreno y Marín se propusieron gestionar sin estridencias y lo han ido logrando. De ese pacto se va a beneficiar el PP. Y aunque las encuestas ya delatan la probable desaparición de Ciudadanos, será más que probable que algunos de sus cargos sean admitidos en el nuevo Gobierno como independientes. 

El problema es que, sin un partido de centralidad como es C’s, el PP se quedará con una fotografía parecida a la que se ha visto obligado a hacer Fernández Mañueco en Castilla-León. Y eso sería un desastre para las estrategias de Feijóo. Pasaría por liderar el partido que ha homologado a la extrema derecha en dos de los gobiernos autonómicos.

Cuidado con el fenómeno Feijóo en Andalucía sin aprobar unos presupuestos para 2023, teniendo la posibilidad. Que cada patio tiene sus flores y más en abril.

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