Las trampas ególatras del lenguaje

Determinados articulistas y profesionales de la crónica periodística utilizan a veces un plural mayestático (como el del Papa) en un intento frustrado de esconderse en la primera persona del plural para no hablar de sí mismos en la primera del singular. Si alguien va a ver la exposición de Morandi, en La Pedrera, debería decir: “Me emociono y lloro ante las naturalezas muertas”. Para que la cosa no parezca tan íntima hacen como si formaran parte de una excursión y acaban escribiendo: "Nos emocionamos y lloramos ante las naturalezas muertas". ¿Cuántos sois? Excepto si vas con una pareja, un hijo o un amigo, lo normal es que digas que has estado tú y no esconderte en un plural que tiene una apariencia coral que imita la humildad, en una operación que tiende al fracaso.

Los políticos, también. En su reciente visita a París, Pere Aragonès ha escrito que "hemos asistido a una inauguración", "nos hemos saludado con la compañía La Perla" y "hemos podido reunirnos con un sindicato". Ya sé que iba con un séquito, pero no lo hace explícito. Era él quien asistía, saludaba y se reunía. Era él quien hacía su crónica. ¿Cuesta tanto hablar en singular? La egolatría es justamente utilizar el plural cuando no toca.

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