¿Otros Pactos de la Moncloa?
A diferencia de los años 70, hoy andamos tan desorientados como nuestros socios europeos acerca de cómo afrontar las disfunciones y fracturas que se acumulan, sin modelo alguno al que dirigirnos
Jordi Alberich
Economista
Jordi Alberich
Una inflación tan elevada y sostenida está alimentando la necesidad de un pacto de rentas, entendido como un acuerdo para aumentar los salarios de forma limitada y acordada, acompañado, a su vez, por una contención en la remuneración del capital. Todo ello con el fin de evitar una descontrolada espiral inflacionista que acabaría por perjudicar a todos, especialmente a los más débiles. Una negociación que empezamos hace unas semanas y sin que, por el momento, se haya dado avance alguno. Un mal inicio que atribuimos a nuestra innata incapacidad para el acuerdo, a diferencia de lo que sucedió en otro momento trascendental de nuestra historia con los Pactos de la Moncloa, a los que apelamos de manera recurrente estos días.
Los Pactos de la Moncloa, que resultaron determinantes para sustentar la transición democrática y reconducir una economía descontrolada, se dieron en un contexto muy distinto. Entre otras razones, por cuanto en la década de los 70 España tenía un objetivo muy claro al que aspirar, el de incorporarse al modelo social, político y económico de la Comunidad Económica Europea. Hoy, la situación es radicalmente distinta pues, ya plenamente incorporados al mundo más avanzado, andamos tan desorientados como todos nuestros socios acerca de cómo afrontar las muchas disfunciones y fracturas que se acumulan, sin modelo alguno al que dirigirnos. Ello dificulta, en mucho, la gestión del momento actual.
Por lo que a nuestra incapacidad para el acuerdo se refiere, la experiencia reciente muestra otra realidad. Así, pese al enorme ruido, los últimos años han sido un ejercicio continuado y positivo de negociación entre patronal y sindicatos así como de acuerdos políticos, especialmente meritorios en un escenario de enorme fragmentación parlamentaria. Todo ello debería animarnos para perseverar en el pacto de rentas que exige el contexto tan amenazante que vivimos. Habrá ruido y tensión, pero se alcanzará, aunque sea en el último instante de la prórroga.
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