Artículo de Rafael Jorba

Elecciones en Francia: 'Rien ne va plus'

Ni Macron ni Le Pen tienen asegurada la elección: la balanza la inclinarán los votantes de la izquierda radical de Mélenchon y una parte de los abstencionistas de la primera vuelta

Macron en Córcega

Macron en Córcega / periodico

Rafael Jorba

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Los electores franceses dieron el domingo su veredicto en la primera vuelta de las presidenciales. ‘Rien ne va plus’. Sí, no va más: las apuestas están hechas y quedan solo dos candidatos –Emmanuel Macron y Marine Le Pen– ante la segunda vuelta de dentro de dos semanas. Y ‘rien ne va plus’, en el sentido literal de la expresión: nada funciona. El presidente saliente ha mejorado su resultado de hace cinco años y suma el 27,84% de votos (+ 3,8 puntos), pero la candidata de la extrema derecha también avanza hasta el 23,15% (+ 1,8).

Solo otro candidato supera los dos dígitos: Jean-Luc Mélenchon (21,95%), el representante de la izquierda radical que ha logrado atraerse el voto útil de la izquierda socialista y ecologista. Los tres –Macron, Le Pen y Mélenchon–suman más de siete de cada diez votantes. La implosión del espacio político no permite vislumbrar reservas claras de votos. Las aspirantes de los dos partidos tradicionales, Anne Hidalgo (PS) y Valérie Pécresse (LR, derecha neogaullista), cosechan el peor resultado de su historia: 1,74% y 4,79%. También pinchan el aspirante ecologista, Yannick Jadot (4,58%) y el ‘outsider’ nacionalpopulista, Éric Zemmour (7,05%), que pretendía hacerse con un sector del voto lepenista.

Las primeras encuestas en caliente dibujan una horquilla muy ajustada en la segunda vuelta: victoria de Macron (51% - 54%) frente a Le Pen (49% - 46%). El tradicional ‘frente republicano’ para cerrar el paso a la extrema derecha se puso en marcha de inmediato: Pécresse, Jadot, Hidalgo y el comunista Fabien Roussel (2,31%) llamaron a votar por Macron. En el espacio de la extrema derecha, el nacionalpopulista Zemmour pidió expresamente el voto por Le Pen: “Algunos hubiesen querido que negociase mi apoyo, pero no soy un mercader”. Con estas consignas sobre la mesa, ni Macron ni Le Pen tienen asegurada la elección: la balanza la inclinarán los votantes de Mélenchon y una parte de los que se abstuvieron en la primera vuelta (26,31%).

Mélenchon, que libraba la que puede ser su última batalla presidencial, aseguró que al “estado de urgencia social y económico” de Francia se añadía ahora un “estado de urgencia político”. En consecuencia, fue lo más lejos que podía ir dado el carácter de ‘voto de protesta’ contra el presidente Macron de un sector de su electorado (La Francia Insumisa): “No hay que dar ni un solo voto a Marine Le Pen”. Una consigna valiente si se tiene en cuenta que la mitad de sus electores se inclinan por abstenerse en la segunda vuelta, un 27% por votar a Macron y un 23% por hacerlo en favor de Le Pen.

El simple espantajo de la extrema derecha no es un argumento suficiente para cerrar el paso a Marine Le Pen. Lejos queda la campaña de las presidenciales de 2002 cuando su padre dejó fuera de juego al socialista Lionel Jospin y disputó la segunda vuelta a Jacques Chirac. El neogaullista sumó dos récords consecutivos: la mayor sanción de un presidente saliente en la primera vuelta (19,8%) y el porcentaje más alto en la segunda (82,2%). Marine Le Pen ha prescindido de la estética ultra del antiguo FN: su Rassemblement National (RN) se inscribe en la línea de la extrema derecha 2.0 sobre la que ha teorizado el historiador Steven Forti.

La estrategia de Le Pen en la segunda vuelta partirá de una constatación: no existe la posibilidad de una ‘mayoría política’ de extrema derecha en Francia, pero sí de construir una ‘mayoría social’ de rechazo a modo de referéndum anti-Macron. El presidente, en su triple estatus de jefe de Estado, de los Ejércitos y de la diplomacia, se benefició inicialmente de la guerra de Ucrania. Sin embargo, a las pocas semanas, la guerra bajó a la sexta posición (21%) de las preocupaciones de los franceses: el ranking lo encabeza el poder adquisitivo (56%), es decir, sus consecuencias económicas y sociales.

El presidente Macron es muy consciente de los riesgos que afronta: “Nada está decidido. El debate de los próximos días será decisivo para Francia y para Europa”. La falta de reflejos políticos a inicios de su mandato, que se evidenció en la crisis de los ‘chalecos amarillos’, exige una corrección en dos frentes: deberá recuperar el voto de la izquierda y la derecha de gobierno –los restos del PS, el ecologismo y la derecha republicana–, pero deberá también sacrificar parte de su programa reformista para ganarse a un sector de la izquierda radical de Mélenchon. ‘Rien ne va plus’.

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