Artículo de Andreu Claret

Sánchez y Feijóo tienen una oportunidad

Los primeros pasos del líder del PP indican que es un conservador con cierto sentido de Estado pero, también, un político que no renunciará a llegar al poder de la mano de Vox, si es necesario

Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo en una reunión anterior.

Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo en una reunión anterior. / EP

Andreu Claret

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Cuando el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y el nuevo líder de la oposición, Alberto Núñez Feijóo, se reúnan este jueves en la Moncloa, deberían contemplarse uno al otro, no solo como adversarios políticos, sino como una oportunidad para cerrar un ciclo de permanente confrontación que ha llevado al PSOE a encerrarse en sus cuarteles de invierno y al PP a caer en manos de la extrema derecha. 

La era de Pablo Casado, caracterizada por el acoso y derribo permanente del Gobierno, llevó al PSOE a encastillarse para aguantar el chaparrón. Dentro de las murallas estaban, o están todavía, los socialistas y sus socios de Gobierno, acompañados de las formaciones periféricas que votaron a Sánchez para la investidura. Fuera estaban el PP, utilizando el Parlamento para su bronca semanal, y Vox, cosechando apoyos de descontentos de todo tipo y preparando huelgas de camioneros a la chilena. En este contexto, la tentación de Sánchez de refugiarse en el castillo era inevitable. Al menos, hasta que la llegada de los fondos europeos Next Generation y el fin de la pandemia permitieran volver a recorrer el país a caballo de la recuperación y de unos índices de crecimiento necesarios para ganar las siguientes elecciones. La guerra de Putin truncó este cuento de hadas. No porque Sánchez no haya hecho lo que tocaba frente a la agresión de Moscú, sino porque el conflicto ha vuelto a demostrar la vulnerabilidad de la economía española. Con lo cual, la permanencia en el fortín se le hacia cada vez más insoportable al Gobierno, al tiempo que colocaba el PP a rebufo de VOX. 

La elección de Feijóo supone, en principio, un cambio. Su declarada voluntad de combatir más que insultar, y de coincidir con el Gobierno en algunos temas de Estado supone una invitación a Sánchez para que este salga de su baluarte. De entrada, el presidente del Gobierno ha pedido a los suyos que abran el portón del castillo para recibir este jueves al nuevo líder de la oposición. Será un primer encuentro, que permitirá saber si la posibilidad de una nueva dinámica política es solo un deseo piadoso o si se asienta en realidades objetivas como el enquistamiento de la guerra de Ucrania y un deterioro profundo y prolongado de la economía europea y de la española en particular que solo puede alimentar los extremos. ¿Supone Feijóo una oportunidad para que los socialistas desplieguen políticas moderadas, capaces de suscitar nuevos consensos? ¿O Feijóo no es más que un Casado disfrazado de cordero que solo aspira a derrotar a la izquierda y gobernar con el apoyo de Vox? Sus primeras declaraciones y sus primeros pasos indican que es las dos cosas a la vez. Un conservador con cierto sentido de Estado –que puede abrirse a negociar la renovación del Consejo General del Poder Judicial, la posición de España en la guerra de Ucrania, la nueva política en el Sáhara Occidental y, quizás, una política de rentas–, pero también un político que no renunciará a llegar al poder de la mano de Vox, si es necesario. 

En cualquier caso, Sánchez debe aprovechar la ocasión para salir de su fortaleza y buscar consensos que hasta ahora eran imposibles. Feijóo constituye sin duda una amenaza electoral para él, pero las últimas encuestas indican que el encastillamiento también tiene un alto coste. Máxime si dentro de la fortaleza todo son polémicas, algunas tan innecesarias como torcer la ley para que la fiscala general tenga asegurado un puesto en el Supremo en cuanto cese. Para quienes dudan de Feijóo, la mejor manera de comprobar su disposición a arrimar el hombro es poniéndole ante propuestas necesarias para el país. La tentación del aún presidente gallego de aprovechar el deterioro económico para dejar al PSOE sin espacio de diálogo será grande, sobre todo hasta las elecciones andaluzas. Sin embargo, del mismo modo que Sánchez debe recapacitar acerca de una política de resistencia a ultranza que no le ha sido favorable, Feijóo también debe sacar sus conclusiones de la etapa anterior: disparar cada día contra el Gobierno alienta en la sociedad actitudes y reflejos que solo benefician a Vox. En consecuencia, ambos tienen en común que una etapa de cierto sosiego puede ser buena para sus partidos. Para el país, no cabe duda de que lo sería. 

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