Pros y contras | Artículo de Josep Maria Fonalleras

La última lección de latín (y de humanismo) de la profesora Vilallonga

En su último parlamento en la UdG, la profesora y 'exconsellera' Mariàngela Vilallonga construyó un relato espléndido sobre la necesidad de tener presente el legado de los antiguos

La 'consellera' de Cultura, Mariàngela Vilallonga.

La 'consellera' de Cultura, Mariàngela Vilallonga. / periodico

Josep Maria Fonalleras

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Cuando dejó la docencia, en enero de este año, la doctora Mariàngela Vilallonga, que también ha sido 'consellera' de Cultura, atesoraba 48 años de profesora y 17.520 días dedicados a enseñar latín y a transmitir “el privilegio de leer y releer a los clásicos”. Lo dijo ella misma en el acto que los humanistas llaman 'lectio ultima' y que consiste en pronunciar un parlamento que es a la vez una despedida y un testamento intelectual.

En su lección última en la UdG construyó un relato espléndido sobre la necesidad de tener presente el legado de los antiguos, del mismo modo que la abeja liba el líquido dulce de las flores y no se nutre de ellas para la propia subsistencia, sino con la voluntad de convertir el néctar en miel. Es decir, crea una nueva realidad, pero lo hace gracias a la 'contaminatio', la tarea ingente de recoger, transportar y fabricar. Esto lo decía Horacio, y Virgilio también se refería a los mismo (el “trabajo enconado” de las abejas) para explicar que el amor, la dedicación intensa y, finalmente, el ejercicio de la 'pietas' como valor supremo, son las herramientas para vivir los días y vencer a las inquietudes. No necesitamos héroes arrebatados, sino la continuidad virtuosa de la cultura.

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