Ágora

El éxito de la Copa América será absoluto si cuenta con la tradición del patín de vela

Tenemos que ser capaces de reivindicar este hecho tan singular para proyectar de una vez por todas nuestra estimada embarcación por todo el mundo

Patines a vela

Patines a vela / EL PERIÓDICO

Gerard Esteva i Viladecans

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Hace pocos días se ha hecho público que la sede de la 37ª edición de la Copa América de Vela, prevista para el año 2024, será la capital catalana, Barcelona. Una prueba deportiva que tiene un impacto global solo superado por los Juegos Olímpicos y el Mundial de fútbol. La última edición tuvo 940 millones de espectadores en todo el mundo. Nos debemos felicitar, pues, porque Barcelona ha sido la ciudad escogida, ganando a otras candidaturas como las de Málaga, Irlanda y Arabia Saudí. El atractivo de Barcelona, la experiencia en la organización de acontecimientos deportivos internacionales, el posible rendimiento que puede sacar la organización del acontecimiento y la gran afición por la vela en nuestra casa, así como las conexiones internacionales de Barcelona, han sido claves para la decisión final.

Tenemos delante una muy buena oportunidad para generar riqueza, afición e infraestructuras que puedan beneficiar a toda la ciudadanía de Barcelona y el conjunto de nuestro país. Hace falta, sin embargo, que esta oportunidad vaya acompañada de la tradición y las costumbres náuticas de la ciudad de Barcelona.

Barcelona, además, es de las pocas ciudades que disfruta de una embarcación genuina como es el patín de vela, una embarcación que nació en sus aguas al inicio del siglo XX y que ha consolidado su afición en la ciudad.

Hay un dato muy significativo: los clubs organizadores de más regatas anuales del mundo son el Club Patí Vela Barcelona y el CN Barcelona, que organizan cinco cada semana. Es decir, más de 270 días de regatas al año. Se trata de un dato relevante, pues los países con una afición muy superior a la vela no organizan tantas regatas como los clubs de nuestra ciudad.

Sumada a la singularidad histórica y la afición de navegantes 'patinaires' en Barcelona, hace falta que se conozca también el respeto por el medio ambiente que contempla la fabricación del patín de vela, construido con material ecológico y no contaminante, como es la madera. Es la única embarcación del mundo que navega sin timón, haciéndola absolutamente singular, hecho que condiciona estrechamente la relación entre embarcación y patrón. Ateniéndonos a este hecho, hay que ser capaz en todo momento de avanzarse a lo que vendrá para poder maniobrar con asertividad. Esta es en realidad una característica muy catalana, lo cual reafirma todavía más este título de embarcación nacional del país.

Para no cometer errores del pasado en la organización de grandes acontecimientos, hace falta que las administraciones públicas garanticen más que nunca el respeto, la promoción y la especial dedicación y protección al que representa este patrimonio cultural y marítimo de nuestra ciudad. Tenemos que ser capaces de reivindicar este hecho tan singular para proyectar de una vez por todas nuestra estimada embarcación por todo el mundo. Siempre se ha dicho que si el patín hubiera sido un invento americano, habría en todas las playas del mundo. Pues bien, ahora tenemos la oportunidad, no la podemos desaprovechar.

En definitiva, una nueva gran oportunidad para Barcelona, no solo en cuanto al retorno económico del acontecimiento, sino muy especialmente para el impacto en la promoción de un deporte y una embarcación genuina, el patín de vela, que en nuestra casa tiene mucha afición y que puede crecer todavía más en los próximos años, de manera espectacular.

La Copa América de Vela 2024, en Barcelona, debe ser un éxito de innovación, inclusión y sostenibilidad. Hagamos realidad, entre todos y todas, la mejor edición de la historia de la vela.

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