La campaña militar (11) | Artículo de Jesús A. Núñez Villaverde

El redespliegue ruso no es una retirada de Ucrania

Lo que ahora está haciendo Rusia obedece a los reveses que están cosechando sus tropas en el campo de batalla, aunque quiera hacerlo pasar por un gesto de distensión y una apuesta por la negociación

El presidente ruso, Vladimir Putin

El presidente ruso, Vladimir Putin / -/The Kremlin/dpa

Jesús A. Núñez Villaverde

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En la guerra no hay ninguna palabra inocente. Cada bando pretende imponer las suyas con significados que suelen no corresponder a su sentido habitual. Es la batalla del relato, un frente de combate cada vez más relevante en nuestro mundo interconectado en el que cada contendiente busca ganar mentes y corazones a favor de su causa. En esa línea, del mismo modo que Moscú ha tratado de poner en circulación ideas como la necesidad de salvar a los ucranianos de un “Gobierno nazi y genocida” o la “operación militar técnica”, prohibiendo a sus medios y portavoces emplear la palabra guerra o invasión, ahora presenta su redespliegue en algunos frentes de batalla en Ucrania como una retirada que no es tal.

En primer lugar, cabe recordar que justo unos días antes del inicio de la invasión Rusia ya llevó a cabo una operación de engaño, moviendo algunas de las unidades que había acumulado alrededor de Ucrania, como si se estuviesen retirando a sus bases. Su intención era ridiculizar a los servicios de inteligencia de Estados Unidos, que en aquellos momentos insistían en que la invasión era inminente y hasta se atrevieron a fijar día y hora para su arranque. Lo que en realidad hizo Moscú fue trasladar algún material de las unidades desplegadas más cercanas a sus acuartelamientos para, de inmediato, volver a colocarlas en posición de partida.

Lo que ahora está haciendo Rusia es muy distinto y obedece fundamentalmente a los reveses que están cosechando sus tropas en el campo de batalla, aunque quiera hacerlo pasar por un gesto de distensión y una apuesta por la negociación. Es obvio que Putin está decidido a no salir de Ucrania con las manos vacías; por lo tanto, en ningún caso cabe imaginar que haya decidido una retirada en toda regla, lo que afectaría muy seriamente a su imagen de hombre resolutivo, tanto en el interior del país como en el escenario internacional. Por otra parte, siendo muy distinta a la que pudo prever inicialmente, la situación de sus fuerzas sobre el terreno no es tan delicada como para pensar en el abandono de sus pretensiones por retener bajo su órbita a un país que considera un interés vital. Si bien su rendimiento esté resultando pésimo, sigue contando con una superioridad manifiesta, lo que permite reiterar esfuerzos para lograr sus objetivos, aunque sea por aplastamiento.

A partir de ahí, la interpretación más ajustada a lo que está ocurriendo es que, sin renunciar en ningún caso a Kiev y a continuar con los ataques indiscriminados en diferentes ciudades, Moscú está pasando a una nueva fase de la invasión. Por una parte, está consolidando sus posiciones alrededor de la capital- sin haber logrado en ningún momento completar el cerco-, fijando así a las tropas ucranianas para que no puedan añadirse a las que ya están combatiendo en el Donbás, mientras procura vencer la resistencia del bielorruso Aleksandr Lukashenko para que sume sus tropas a otras rusas de refresco encargadas de una nueva ofensiva. Por otra, está llevando a cabo un redespliegue de mayor entidad para reforzar el frente sur y este, con la finalidad de contar en el Donbás con las fuerzas suficientes para garantizar el control territorial de una región que no solo le permita contar con un corredor terrestre para enlazar con Crimea sino también, en el marco de una negociación todavía incipiente, con lo que quede de su base industrial, su carbón y sus importantes yacimientos de gas de esquisto. Ese es el botín mínimo que Putin pretende obtener de su empeño militarista.

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