La Nota deJoan Tapia

Vencer al derrotismo

Pere Aragonès aplaude la colaboración público-privado en la gala a la Empresa del Año y pone como ejemplo el logro de la Copa América de vela

Joan Tapia

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El lunes volvió a celebrarse con normalidad -como antes de la pandemia- la gala de EL PERIÓDICO en la que se entregan los premios a las empresas que más han destacado en el año. Y pese a que el momento no es de euforia, pues la invasión de Ucrania ha trastocado todas las previsiones, flotó en la cena un clima de resuelta voluntad de futuro. Quizás por la alegría de recuperar una cita con mucha tradición. Quizás también porque en el acto hubo 'brotes verdes' que indican que, pese a todo lo sucedido -que no es poco-, el país es resistente y quiere tirar adelante.

El primero fue sin duda la elección de la empresa del año. Noel Alimentaria es hoy una empresa del pujante sector agroalimentario catalán. Su origen fue una pequeña charcutería, La Modelo, fundada en Olot en 1940 por Isidro Bosch, el abuelo de los actuales propietarios, que adquirió fama por su jamón cocido. Desde 1987 está dirigida por su nieta Anna Bosch, junto a su marido Joan Boix. Y ya no es una modesta charcutería sino una gran empresa en la que el jamón cocido sigue siendo el producto estrella pero que se ha diversificado mucho, tiene 16 plantas de producción, no todas en La Garrotxa, una plantilla de 2.200 trabajadores, factura 371 millones y exporta la mitad de su producción a nada menos que 66 países.

Oyendo a Anna Bosch -con 35 años de experiencia empresarial a sus espaldas- hablar con entusiasmo de su empresa familiar, en cuya gestión participan ya sus dos hijos, quedó claro que el espíritu empresarial catalán sigue vivo y por encima de todas las coyunturas económicas y políticas. Desde 1940 ha llovido mucho y empresas como Noel han aguantado y prosperado.

El ambiente ya lo había caldeado el teniente de alcalde, Jaume Collboni, al confirmar oficiosamente que Barcelona será la sede de la mítica Copa América de vela, cuya primera edición se celebró en 1851, el próximo 2024. Y la copa de vela es el campeonato deportivo con más seguidores en televisión (800 millones) tras los Juegos Olímpicos y los mundiales de futbol. Barcelona pondrá fin así a su larga travesía del desierto en la organización de grandes acontecimientos mundiales. Es un gran cambio de chip respecto a los últimos años que la alcaldesa Colau ha celebrado en las redes sociales y que ha contado con el apoyo de todas las instituciones: ayuntamiento, Diputación, Puerto de Barcelona, Generalitat y Gobierno de España.

Pero es algo que en gran parte también se ha logrado -como pasó con los JJOO- por la iniciativa y la entrega de la sociedad civil, en este caso Barcelona Global, que es la que ha gestionado la candidatura y cuya presidenta, Aurora Catà, llegó tarde a la cena proveniente de Londres, donde había ultimado los detalles. Y Daniel Puig y Gonzalo Rodés (apellidos que ya estuvieron en el 92) han conseguido los 25 avales de un millón que fueron precisos para iniciarlo todo.

Pere Aragonès cerró el acto con un parlamento medido, pero vibrante. No ocultó las serias dificultades que se avecinan como consecuencia de la guerra de Ucrania (inflación, escasez de materias primas…), pero también destacó que el PIB catalán creció el año pasado un 5,8% (siete décimas mas que el español) y que estaba convencido de que Catalunya, con la colaboración de las instituciones públicas y la sociedad civil (citó el papel de Barcelona Global y del Gobierno de Madrid en la Copa América de vela) podría hacer frente a los difíciles meses que tenemos por delante. Aragonès sintetizó su mensaje con contundencia: vencer al derrotismo.

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