Artículo de Sílvia Cóppulo

Rufián a quemarropa

Nunca está de más tirar a matar a Junts para ir alimentando un caldo de cultivo de desmoronamiento del actual Govern independentista y construir la alternativa tripartita de izquierdas

Gabriel Rufián     David Castro

Gabriel Rufián David Castro / David Castro

Sílvia Cóppulo

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Sal gruesa. Bien dirigida. Atinada en forma y fondo. Sabe bien qué dice y cómo. Ese es su papel en Esquerra. El rol que él mismo se ha forjado y le ha llevado a ser el número uno en Madrid. Rufián actúa como un charnego 'indepe' de barrio, que las suelta con desvergüenza. De ahí, su tirón electoral. Ha ganados dos elecciones, y las encuestas le juegan a favor. Con él se identifican votantes que, de otra manera, se escaparían hacia el ala roja del hemiciclo. Claro que, ese soltarlas sin contemplaciones, con posado chulesco, está dirigido esencialmente a sus socios de Govern, Junts, donde el de Esquerra quiere potenciar el marco mental de que anida la llamada gente de orden, a la que hay que enviar dardos hoy sí y mañana también. Se trata de comerles el terreno y desgastarlos, con estruendos circenses y luces de colores. Por algo él encarna la supuesta superioridad moral del pueblo llano

No es irrelevante que, para disimular los errores de un 'conseller' de Educació (ERC), que ha vivido una mala semana, superado por días de huelga y movilizaciones de los maestros, Rufián acordara con su partido que, en plena invasión de Rusia a Ucrania, no desaprovecharía el contexto para soltar aquello de “…son señoritos, que se paseaban por Europa, reuniéndose con la gente equivocada, porque así se creían que eran James Bond”, a propósito de los contactos que personas próximas a Carles Puigdemont han tenido con supuestas autoridades rusas para conseguir su espaldarazo.

Nunca está de más tirar a matar a Junts para ir alimentando un caldo de cultivo de desmoronamiento del actual Govern independentista y construir la alternativa tripartita de izquierdas. Y al final está lo suyo. Que en Esquerra le quieren ver en las municipales de Santa Coloma de Gramenet para arañar votos y quien sabe si la alcaldía a los socialistas. No le entusiasma la idea, pero se deja querer a condición de no perder su escaño y su portavocía en el Congreso de los Diputados, que ahí vive el poder. 

Rufián tiene instinto político y no se equivoca. Junts pica el anzuelo rasgándose las vestiduras y encumbrando la necedad. 

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