Artículo de Ruth Ferrero-Turrión

La invasión de Ucrania: Europa en la encrucijada

Las decisiones de la UE ante la guerra no han sido adoptadas como fruto de un proceso de análisis estratégico sobre el proyecto europeo, sino que lo han hecho sobre la base del miedo

De izquierda de derecha, el primer ministro de Eslovenia, Janez Jansa, el de Polonia, Mateusz Morawiecki, el líder del partido de Gobierno en Polonia Ley y Justicia, Jaroslaw Kaczynski, y el primer ministro checo, Petr Fiala, miran un mapa mientras viajan en el tren destino a Kiev.

De izquierda de derecha, el primer ministro de Eslovenia, Janez Jansa, el de Polonia, Mateusz Morawiecki, el líder del partido de Gobierno en Polonia Ley y Justicia, Jaroslaw Kaczynski, y el primer ministro checo, Petr Fiala, miran un mapa mientras viajan en el tren destino a Kiev.

Ruth Ferrero-Turrión

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La invasión rusa de Ucrania que comenzó el 24 de febrero ha puesto muchos retos y ha abierto muchas incógnitas sobre el futuro próximo. En primer lugar, el futuro de Ucrania y los ucranianos y ucranianas. Pero también hacia dónde y en qué forma se articula el nuevo orden global que, a buen seguro, saldrá de esta terrible guerra. De manera muy especial, desde esta latitud, será determinante el rumbo que adopte la Unión Europea. De hecho, de las respuestas, procedimientos e instrumentos que se articulen y se aprueben en estos días se definirá qué tipo de Unión se quiere construir y en qué dirección se quiere avanzar. 

Después de tres semanas largas de guerra varias han sido las decisiones que se han ido tomando desde las instituciones europeas y todas ellas convergen en la adopción de posiciones unánimes y sin fisuras. La adopción de los paquetes de sanciones más duros de la historia contra Rusia es quizá lo más significativo. Las sanciones de naturaleza financiera fueron las primeras, bloqueando el acceso a algunas entidades bancarias rusas en el sistema Swift, así como parte de los activos del Banco Central Ruso. Posteriormente también se han incorporado aquellas de naturaleza económica y comercial, así como todo tipo de prohibiciones que incluyen el cierre del espacio aéreo europeo para las aerolíneas rusas o la suspensión de actividades de los ‘outlets’ rusos Sputnik y Russia Today en todo el espacio comunitario. 

Con todo este despliegue Borrell daba por iniciada una nueva era, la de la Europa Geopolítica. Lo cierto es que nunca antes en la historia de la integración europea se habían conseguido adoptar decisiones tan relevantes y que tanto impactan en la naturaleza misma de la UE en tan poco tiempo. No podemos saber si el alto representante tiene o no razón y ahora es el momento de esa Europa que camina con paso firme en la esfera internacional y hablando el lenguaje del poder. Lo que sí que podemos decir, por el momento, es que estas decisiones no han sido adoptadas como fruto de un proceso de análisis estratégico sobre el que deba caminar el proyecto europeo del futuro, sino que lo han hecho sobre la base del miedo provocado por la presencia de una guerra en la periferia europea. Y, por tanto, son unas decisiones que, por un lado, quieren castigar a Rusia por su agresión, pero, por otro, son absolutamente reactivas y no estratégicas.

Polonia presiona a Bruselas para la puesta en marcha de un proceso de ampliación europeo que de manera exclusiva sea impulsado sobre bases geopolíticas y securitarias

De hecho, la mayor parte de movimientos que se observan en estos días tienen que ver con la pulsión del temor más que con la reflexión en relación con cómo construir esa tan traída y llevada autonomía estratégica. Ahora todos los estados miembros van todos a una, sin embargo, el potencial impacto que vayan a tener las sanciones sobre las sociedades pueden llegar a hacer aparecer grietas en esta aparente unidad.

Esta guerra ha hecho, además, que se haya apartado el foco de cuestiones que son pilares esenciales sobre los que se ha ido articulación el proceso de integración europea, como son las que hacen referencia a la defensa del Estado de derecho, tal y como hemos podido ver con el levantamiento de la suspensión de las multas y sanciones que estaban en marcha hacia países como Polonia. Esta posición tan laxa en un momento de emergencia, sin embargo, ha vuelto a envalentonar a los Morawiecki y Kaczyński en ir hasta Kiev/Kyiv, en compañía de sus colegas esloveno, Jansa, y checo Fiala, que no han dudado, por su cuenta y riesgo, en marcar el camino por el que ha de transitar la UE en relación con Ucrania. Siempre, por supuesto, al margen del criterio del resto de socios europeos.

Con este arriesgado y simbólico viaje, desde Polonia se quiere mostrar el camino europeo de Ucrania con el objetivo de presionar a Bruselas para la puesta en marcha de un proceso de ampliación europeo que de manera exclusiva sea impulsado sobre bases geopolíticas y securitarias, escondidas tras apelaciones morales de dudosa ética que pretenden poner contra las cuerdas al resto de socios. Europa va a tener que decidir hacia dónde orienta el rumbo, más lenguaje del poder y geopolítica, más refuerzo del Estado de derecho y de las democracias ya muy tocadas tras las tremendas crisis que hemos vivido durante los últimos años.

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