La campaña militar (4) | Artículo de Jesús A. Núñez Villaverde

Ataque a Yaroviv, mensaje a la OTAN

Rusia ya ha demostrado que está dispuesta a lograr sus objetivos en Ucrania a toda costa

Rusia aumenta su amenaza a la OTAN con bombardeos cercanos a Polonia

Rusia aumenta su amenaza a la OTAN con bombardeos cercanos a Polonia

Jesús A. Núñez Villaverde

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Lo primero que confirma el ataque ruso contra el Centro Internacional para Operaciones de Paz y Seguridad, ubicado en Yarovivy dedicado al adiestramiento militar, es que toda Ucrania se ha convertido ya en un gran campo de batalla. Hasta ahora las operaciones rusas se centraban preferentemente en la capital, con un cerco a punto cerrarse como antesala de un asalto que parece inminente, y en la región del Donbás, con la pretensión de garantizar un corredor terrestre entre Crimea y Rusia.

Con esta operación de bombardeo Moscú, al tiempo que anunciaba que en la mañana del pasado día 13 ha eliminado “a 180 mercenarios extranjeros y un gran envío de armas del exterior”, ha apuntado simultáneamente en dos direcciones. Por un lado, perturbar el suministro occidental de armas a Kiev, justo después de que Washington anunciara su decisión de aportar otros 200 millones de dólares en ayuda militar y la Unión Europea hiciera lo propio, comprometiéndose a dedicar otros 500 millones de euros del Fondo Europeo para la Paz. Al mismo tiempo, el ataque busca poner fin a las labores de instrucción y asesoramiento militar que tanto las tropas ucranianas como los voluntarios de diferentes nacionalidades que se están sumando a la llamada Legión Internacional están recibiendo por parte de instructores extranjeros, principalmente estadounidenses.

Rusia sabe que, por sí sola, Ucrania no tiene capacidad para dar la vuelta a una situación que, a pesar de tantas carencias y deficiencias como está demostrando la maquinaria militar rusa, acerca a Rusia a sus objetivos sobre el terreno. Perturbar o (idealmente) eliminar los suministros de material letal le serviría para rebajar la moral que las topas ucranianas están demostrando y acelerar sus avances hasta quebrar la resistencia de la población local.

Pero, por otro lado, también ha querido enviar un claro mensaje a la OTAN. Las instalaciones atacadas apenas están a 25km de la frontera con Polonia y a una distancia similar de Lviv (Leópolis), llamada a ser la capital nacional en el caso de que Volodímir Zelensky y los suyos tengan que evacuar Kiev y dónde ya algunos países han reubicado sus embajadas. Un ataque de este tipo, por mucho que haya sido realizado con munición de alta precisión, incrementa peligrosamente la posibilidad de que algún proyectil impacte en suelo polaco, o, que es lo mismo, en territorio de la OTAN. Y, como acaba de expresar con rotundidad el propio Joe Biden, eso significaría el inicio de la III Guerra Mundial. Una guerra dela que nadie saldría victorioso y que, por tanto, nos abocaría a un irreparable suicidio colectivo.

Nadie, en su sano juicio, puede apostar por la destrucción mutua asegurada. Pero Rusia ya ha demostrado que está dispuesta a lograr sus objetivos en Ucrania a toda costa. Queda la duda de si los países occidentales, que tan unidos se muestran de momento para oponerse a los designios de Putin, están también dispuestos a hacer lo propio cuando, a fin de cuentas, Ucrania no es un interés vital para ninguno de ellos; sino que durante estos últimos años tan solo ha sido un instrumento con el que importunar a Putin. Muy pronto, quienes apoyan a Kiev, van a tener que decidir si traspasan sus autolimitaciones- no suministro de sistemas de armas convencionales complejas (blindados, aviones, baterías de defensa antiaérea…) y no establecimiento de zona de exclusión aérea-, lo que elevaría la tensión a niveles inauditos, o aceptan pasivamente que algún avión o misil ruso traspase la línea.

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