Perspectivas a futuro

Ucrania: y ahora ¿qué?

No hay que ser alarmistas pero tampoco ingenuos. La guerra que ha iniciado Putin es extraordinariamente grave y todas sus salidas son malas

El presidente de Rusia, Vladimir Putin.

El presidente de Rusia, Vladimir Putin. / EP

Jorge Dezcallar

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Putin debe estar enfadado y nervioso y no le faltan razones. La “operación militar especial”, como llama a la invasión de Ucrania, se ha topado con mucha resistencia y no es el paseo que imaginaba. Los soldados rusos no son recibidos con flores y las sanciones han obligado a cerrar la Bbolsa varios días mientras el rublo se desploma y las empresas extranjeras abandonan el país. Prueba de ese nerviosismo es que imponga una amenazante censura a quienes cuentan lo que pasa. Así, en Rusia no se puede hablar de guerra o de invasión y mucho menos criticar la operación o hablar de muertos. Las penas por hacerlo llegan a 15 años de cárcel y como resultado los corresponsales extranjeros, imposibilitados para informar, abandonan el país. Eso muestra nervios, inseguridad y debilidad.

¿Qué puede pasar a partir de ahora? Se me ocurren varios escenarios, todos malos.

El primero es que Rusia despliegue más fuerzas militares hasta lograr la victoria. Aquí se abren varias posibilidades, como la instalación de un gobierno títere y sumiso en Kiev, la ocupación del país, su desmembración, o llegar al extremo de borrar a Ucrania del mapa como ya ha apuntado Putin, señalando que la culpa sería del presidente Zelenski por no haberse rendido a tiempo. En ese supuesto Rusia, animada por el éxito, podría amenazar a Georgia o Moldavia (o a Suecia y Finlandia) que tampoco son países OTAN, aunque lo que de verdad anhela es el puerto de Riga, en Letonia. El Gobierno legítimo de Ucrania se trasladaría al extranjero.

El segundo escenario pasa por la rendición de Ucrania, masacrada por las armas rusas. Rusia se retiraría a cambio de un gobierno proruso en Kiev que aceptara convertir a Ucrania en un país neutral, desmilitarizado y que asumiera la pérdida de Crimea, ya anexionada por Rusia, y de “las repúblicas de Lugansk y Donetsk”, que se harían independientes o serían también  anexionadas. Además, renunciaría a entrar en la OTAN y en la UE. Este escenario tiene el inconveniente de que los ucranianos no están por la labor.

El tercer escenario es que la guerra se empantane porque la ayuda internacional prolongue una resistencia que inflija cada día más bajas al ejército invasor, mientras las sanciones económicas dificultan sus operaciones militares y dañan los bolsillos de unos rusos aislados y con sensación de cerco. Putin podría entonces utilizar un arma nuclear táctica que acabe rápidamente con la resistencia ucraniana (ya ha habido referencias poco veladas a esa posibilidad). Otra hipótesis podría llevarle a extender las hostilidades (militares o cibernéticas) a los países que le imponen sanciones porque las considera “una declaración de guerra”, mientras estima que darle armas a Ucrania es un “acto bélico” que produciría a quienes las envían “consecuencias nunca antes experimentadas en su historia”. Esas decisiones podrían llevar a un conflicto más extenso iniciador de la Tercera Guerra Mundial, y solo escribir sobre ello hiela los nervios.

El cuarto escenario es el de un conflicto tan prolongado que destroce la economía rusa y dañe mucho la nuestra, como ya vemos con la caída de la bolsa, la inflación galopante o el precio del gas y la gasolina. Los rusos, aislados y cociéndose en su propia salsa, podrían responder de dos maneras: aumentando el apoyo a Putin en un estallido de nacionalismo que echara más leña al fuego, porque creen lo que cuenta su televisión, como hoy hace la mayoría, o librándose de él si un día dejan de creerlo. Eso es algo que solo ellos pueden hacer. Por nuestra parte, puede llegar un momento en el que no podamos seguir soportando las terribles escenas de la tragedia, la acogida de millones de refugiados y las consecuencias económicas que la invasión tiene para nosotros, y exijamos una intervención internacional que acabe con la guerra o con Putin. O con ambos a la vez. Podría ser otra manera de empezar la Tercera Guerra Mundial.

No hay que ser alarmistas pero tampoco ingenuos. La guerra que ha iniciado Putin es extraordinariamente grave y todas sus salidas son malas. Por eso hay que apoyar los esfuerzos diplomáticos que hacen chinos, israelís, turcos.... quién sea, para poner fin a esta descabellada invasión. Porque los riesgos son demasiado altos y el peligro es muy serio. Para todos.

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