Conocidos y saludados

La pizza de Alberto

Núñez Feijóo iba dejándose querer para presidir el PP. El que acabó presentado más de 55.000 avales cuando solo precisaba 100. Quien dijo que no venía para insultar a Pedro Sánchez, sino a ganarle

Núñez Feijóo, ayer,durante el pleno del Parlamento gallego.

Núñez Feijóo, ayer,durante el pleno del Parlamento gallego. / Xoan Álvarez

Josep Cuní

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Mientras seguía una dura dieta y para paliar los frecuentes momentos de desasosiego que las drásticas reducciones alimentarias provocan, un 'exconseller' de la Generalitat se iba consolando con la suerte del domingo por la noche. Era el momento de la compensación a tanto sacrificio semanal. Se permitía una pizza

Algo parecido le sucedió el último festivo a Alberto Núñez Feijóo (Orense, 10 de septiembre de 1961). Que después de una semana de trajín entre Madrid y Santiago para tomarle la medida a su nuevo reto, se fue con su mujer a cenar una de las seis especialidades que se ofrecen en un local de A Coruña, donde la tranquilidad no tiene precio.

Que Italia ha colonizado el mundo a través de la pasta y la pizza nadie lo ignora. Tampoco que este manjar, originariamente napolitano, se haya convertido en la más sana de las comidas rápidas. De ahí que resolver cualquier imprevisto con una pizza sea hoy lo más común en las familias, a pesar de la advertencia de Bruce Willis: “Por lo que a mí respecta, el mundo se hundió con las pizzas congeladas” ('La Jungla 2: Alerta roja', 1990).

Todos pudimos ver en directo la llegada de unas cuantas cajas cuadradas, características de su embalaje, a la sede del PSOE en plena discusión de su comité federal para forzar la dimisión de Pedro Sánchez por no facilitar la investidura de Mariano Rajoy (2016). No consta, en cambio, que el PP hiciera el mismo pedido para apaciguar la necesidad en la reunión de hace dos semanas. Cuando los barones iban a decirle a Pablo Casado lo que todos sabíamos. Que su hora había llegado. Eran algunos de los mismos que le habían aplaudido por la mañana con las manos que habían afilado los cuchillos que le clavarían por la noche. Los que se conjuraban para aupar a quien se había convertido en el deseado para renovar fuerzas y rehabilitar estructuras. El que ya lo había hecho en Galicia relevando a Don Manuel (Fraga), de quien siguió la consigna: “se puede ser galleguista sin ser nacionalista, que es una traición a España y a la Constitución”. 

El propio Núñez Feijóo que iba dejándose querer. El que acabó presentado más de 55.000 avales cuando solo precisaba 100. Quien dijo que no venía para insultar a Pedro Sánchez, sino a ganarle. Quien mañana compartirá jornada con su potencial rival y el resto de presidentes autonómicos en La Palma, para pedir una rebaja urgente del IVA que grava gas y electricidad. El propio presidente de la Xunta que, al día siguiente de anunciar que España necesita una nueva política que escuche y ofrezca moderación y serenidad, aceptaba que su partido en Castilla y León introdujera por primera vez a Vox en el poder.

Por supuesto, ha buscado una respuesta adecuada para la justificación de lo que ha hecho su colega Alfonso Fernández Mañueco, a quien tanto ayudó a ganar las elecciones y a quien concedió el derecho a decidir con quién quería o podía gobernar. No había otra opción aritméticamente viable, ha dicho provocando a los socialistas por no facilitarla. Y es así como se enfrenta a lo que se le avecina y para lo que dice estar preparado: abrir un nuevo tiempo en el partido y en España. Estos son los ingredientes de la nueva pizza popular. La acusación, el día antes, de Cuca Gamarra a Pedro Sánchez de aprovecharse de la guerra de Ucrania era solo la base tradicional. El tomate. 

Suscríbete para seguir leyendo