Voluntariado: Lejos de lo que esperábamos
Nuestros gobiernos han reconocido el esfuerzo hecho, pero no se ha traducido en un incremento de las aportaciones económicas estables, que permitan la sostenibilidad de las entidades sociales
Jordi Balot
Presidente de la Federació Catalana de Voluntariat Social (FCVS)
Jordi Balot
En estos días cumplimos dos años de pandemia. Nuestra vida, nuestra historia, ya se divide en dos partes muy diferenciadas: prepandemia y pospandemia.
En un primer momento, ante la incertidumbre, el desconcierto, el miedo y la angustia de lo que se nos venía encima, los ciudadanos fuimos obedientes, disciplinados, seguíamos las instrucciones que nos daba el Govern y cumplíamos con sus instrucciones y recomendaciones, incluso con cierta postura acrítica y sumisa.
Desde la Federació Catalana de Voluntariat Social participamos activamente, junto con el Govern, en la elaboración de los protocolos de actuación por parte del voluntariado y de las entidades sociales, buscamos soluciones a las multas recibidas por parte de las personas voluntarias que no podían dejar sus responsabilidades de seguir acompañando a personas vulnerables, presionamos al Govern para que el voluntariado social fuese reconocido como personal esencial, pudimos asesorar a 46 redes informales de apoyo social y vecinal, les pudimos facilitar el seguro de voluntariado de una manera gratuita, ayudamos a las entidades de voluntariado a repensar y reinventar la manera de hacer voluntariado telemáticamente, ayudamos a las entidades a incorporar a nuevas personas voluntarias que se ofrecían a raíz de la crisis social que estaba llegando... En definitiva, pudimos estar al lado y representar a las entidades de voluntariado que nos dan su confianza.
Pero también, en estos dos años pospandemia, hemos ido mucho más allá, desarrollando nuestra tarea de denuncia y propuesta de políticas sociales que tuvieran en cuenta a las personas más vulnerables de nuestra sociedad. Hemos hecho propuestas a nuestros representantes políticos para elaborar un plan de emergencia de acción social; hemos hecho propuestas de lucha contra la brecha digital, para facilitar la inclusión social de toda la ciudadanía; hemos hecho propuestas para que no se produjeran desahucios; hemos hecho propuestas para evitar cortes de luz, agua, calefacción, y otros suministros; hemos hecho propuestas para que se trabaje a favor de la salud mental; hemos hecho propuestas para que el Govern apoyara a las entidades sociales, tanto desde un punto de vista económico y de sostenibilidad como desde un punto de vista de poder afrontar la avalancha de necesidades que nos llegaban de personas que nunca habían sufrido las consecuencias de una crisis de esta envergadura...
A pesar de los esfuerzos, las denuncias, las propuestas de alternativas, no lo hemos conseguido y estamos más lejos de lo que esperábamos.
Nuestros gobiernos han reconocido el esfuerzo que hemos hecho, han reconocido la tarea de las entidades sociales y de voluntariado como una tarea esencial e imprescindible sin la cual la situación de nuestro país en estos momentos sería mucho peor de la que nos encontramos (que ya es bastante dramática). Por parte de las administraciones se nos ha dado las gracias, se nos han dado muchos ánimos, se nos han hecho muchas promesas de apoyo... pero no se han traducido en hechos reales ni en incremento de aportaciones económicas estables, que permitan la sostenibilidad de las entidades sociales -a pesar de que siempre desarrollamos un servicio público, la responsabilidad del cual es de las administraciones públicas-, ni en poder estabilizar los puestos de trabajo de los profesionales sociales de las entidades. De hecho, ha habido una parte de las entidades sociales de nuestro país que han tenido que clausurar su actividad por no poder hacer frente a los gastos, otras que han tenido que despedir a trabajadores y trabajadoras a pesar del incremento de las demandas y necesidades de las personas atendidas y otras que han tenido que avanzar el dinero de la administración porque les han pagado tarde y mal.
Tampoco se han parado los desahucios, los cortes de suministros, ni la brecha digital, ni la recuperación de puestos de trabajo, ni los problemas de salud mental, especialmente en niños y adolescentes... De hecho, Càritas Catalunya acaba de presentar su informe Foessa 2021 y es demoledor. Evidencia el incremento de personas y familias que viven situaciones de pobreza y exclusión y cómo disminuye radicalmente la franja de población que disfruta de una integración plena, pasando del 50% de la población en 2018 a un 33% en 2021 .
Nos queda mucho trabajo por hacer, pero no desfalleceremos ni en nuestra respuesta ni en la exigencia de respuestas por parte de la administración.
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