Opinión | Golpe franco

Juan Cruz

Juan Cruz

Periodista y escritor. Adjunto al presidente de Prensa Ibérica.

El puño de Xavi lo sabe

Xavi Hernández en la banda pendiente del partido

Xavi Hernández en la banda pendiente del partido / JORDI COTRINA

Durante los meses en que al Barça le costaba hacer que el balón fuera más bondadoso que cicatero Xavi Hernández se pasó el tiempo en que se reproducían las desgracias golpeando triste su puño izquierdo. Fueron tardes y noches escritas para olvidar. El equipo parecía dañado por una terrible maldición que ya estaba cuando este antiguo capitán volvió de Arabia para tratar de enderezar el rumbo de un barco excesivamente roto.

Antes Xavi formaba parte de una plantilla de ilusos que llevó a cabo sus sueños. Él avanzaba desde la línea media como si se hubiera aprendido en la niñez ese trayecto, y cuando llegaba al campo contrario le bastaba una mirada de águila para saber dónde le esperaba la alegría. Era gol, seguramente, y el graderío celebraba al rematador y al que había cedido con tanto tino la pelota. Fueron años de rosas, era un equipo de sueños que hizo realidad sus fantasías. Hoy, miembros destacados de aquel ejército de estetas sigue en este o en otros campos, y otros se han ido en busca del descanso que merecen los esfuerzos que acompañaron a su genio.

En oro o en plata

Los que vimos ganarlo casi todo y luego asistimos a las sucesivas derrotas, en despachos o en campos, desanimados ante el hecho cierto de que no suerte ni buen tino, esperábamos que el regreso de Xavi, esta vez al banquillo azulgrana, iba a convertir en oro, o al menos en plata, lo que hasta entonces no había sido ni mirra. Dirán lo que quieran los alimentaron (alimentamos) la esperanza en sus antecesores, pero lo cierto es que ninguno de ellos pareció estar a la altura de las circunstancias, y la deriva del equipo fue como la consecuencia de una juerga inútil y trasnochada.

Tras los primeros momentos de euforia por nada el Barça siguió golpeando la fe de Xavi y de quienes habíamos creído que él disponía de una varita mágica. Hubo una varita, pero no fue mágica: fue la de su puño derecho golpeando con rabia el otro puño, mientras se deshacían como nieves oscuras las esperanzas en una recuperación que inspirara un cambio que se hizo esperar con saña, sin esperanza.

Un equipo que parece otro

Hasta que pasó lo de estas últimas semanas, y el equipo, reforzado hasta parecer otro, logró remontar la desgracia y ahora compite con la alegría con la que el mismo puño de Xavi se congratula celebrando goles que parecen hechos para quedar prendidos en las postales que antes recordaban tantos como aquellos de Evaristo, Kubala o Eulogio Martínez. No es ese golpe del puño contra el puño una casualidad, pues ya se repite como antes se multiplicaban los golpes duros y sin retorno de los fallos o de las derrotas.

Ahora Xavi, héroe de batallas pasadas, vuelve a tener esa flor con la que creíamos que iba por la vida y por los campos. Ya no son azares los golpes, hay detrás del equipo la constancia de una calidad que, por ejemplo, se llama Pedri, de una eficacia que tiene el nombre de Aubameyang, de una contundencia que viene de Uruguay y tiene el nombre de Araújo y reza antes de salir al campo. 

Ahora el Barça es otro mundo y el puño de Xavi es el primero que lo sabe. 

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