El podcast con Stephen King

Stephen King ha ido a un podcast. Y es maravilloso. Es indiscutible que, a día de hoy, parte importante de la conversación sobre cultura está en los podcast. Alternativa perfecta a la entrevista promocional breve y la opinión exprés, el podcast se ha convertido en el espacio ideal para hablar de, por ejemplo, películas y libros. Los hay buenos, menos buenos y malos. Los hay profesionales (entendiendo por profesionales los que están producidos con más recursos) y 'amateurs'. Y los hay populares y desconocidos, sin que sea necesariamente la calidad lo que determine una cosa u otra. Hay cineastas que apenas dan entrevistas y, en cambio, se sientan a hablar en un podcast dos horas. Y hay críticos e informadores, yo entre ellos, que se han reconciliado con su profesión gracias a esos espacios abiertos a la conversación y la discusión. Como hay muchos y cada vez cuentan más, pasan dos cosas. Una, que hay cierto cachondeo en torno al exceso de propuestas. Otra, que empiezan las discusiones sobre lo que es un podcast y lo que no. Las dos cosas encierran, al final, unas ganas absurdas de boicotear un medio con un potencial infinito.

Por suerte, de vez en cuando, sucede algo maravilloso que las tumba de golpe. Esta semana, sin ir más lejos, ha sucedido una cosa extraordinaria: el podcast 'The Kingcast', conducido por Eric Vespe y Scott Wampler y perteneciente a la revista 'Fangoria', ha contado con Stephen King como invitado. Más allá de mi devoción por ese podcast, mi favorito, dedicado en exclusiva al autor, lo que han conseguido sus responsables me parece algo (a su escala) histórico. Llevan desde mayo de 2020 conversando, semana tras semana, con personalidades de distintas disciplinas sobre la obra de King. Hablan de los libros y de sus adaptaciones (cada invitado elige de qué quiere hablar), y han contado con personalidades como Guillermo del Toro, Karyn Kusama, Mike Flanagan y Jamie Lee Curtis. Que alguien tan grande como Stephen King, que apenas concede entrevistas, haya aceptado ir de invitado a un podcast en el que se habla con tanto rigor y entusiasmo de su obra es mucho más que una anécdota simpática. Es un hito profesional para Vespe y Wampler, un regalo para sus oyentes y una demostración más de la importancia del podcast en el terreno cultural.

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