Pros y contras

Guerra de Ucrania: Ojalá

No sé cuánto tarda el proceso de deshumanización que lleva a un soldado a convertir su cuerpo en una última arma

En directo | Las tropas rusas entran en Járkov

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Emma Riverola

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Ojalá este artículo pudiera ser una canción de amor. Como aquella en la que Silvio Rodríguez trata de superar una obsesión: “Ojalá pase algo que te borre de pronto/ Una luz cegadora, un disparo de nieve/Ojalá por lo menos que me lleve la muerte/Para no verte tanto, para no verte siempre”. Pero estas líneas solo saben del horror.  

Se calcula que 40.000 mujeres fueron violadas en la guerra que desangró Bosnia y Herzegovina hace 30 años. Agredidas, convertidas en esclavas sexuales por quienes habían sido sus vecinos, quizá sus compañeros de clase. La violación como arma de guerra. La mujer, un medio para destruir familias, comunidades. Muchas quedaron embarazadas. Algunas abortaron, otras conservaron a sus hijos, otras más los dieron en adopción. Ahora se han iniciado los reencuentros. Las heridas aún no han cicatrizado. El estigma perdura. No sé cuánto tarda el proceso de deshumanización que lleva a un soldado a convertir su cuerpo en una última arma. No sé si esos jóvenes rusos que hasta hace un puñado de días hubieran tratado de ligar con jóvenes ucranianas han iniciado ya la degradación. No sé si aún pueden mirar a los ojos y recordar. Ojalá, como dice la canción, “no pueda tocarte ni en canciones”.  

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