Análisis

Fútbol en verso

Pedri inicia una jugada de ataque ante Vivian en el Barça-Athletic del Camp Nou.

Pedri inicia una jugada de ataque ante Vivian en el Barça-Athletic del Camp Nou. / Jordi Cotrina

Rafael Tapounet

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El escritor, poeta y cineasta italiano Pier Paolo Pasolini, que el sábado hubiera cumplido 100 años, sostenía que el fútbol, con sus infinitas posibilidades de combinación, puede ser analizado como un sistema de signos; es decir, como un lenguaje. En esa analogía pasoliniana, un partido de fútbol constituye un discurso dramático en el que los actores se expresan o bien en prosa (lo que ocurre la mayor parte del tiempo) o bien en verso. Esos raros momentos de poesía, de genuina “invención” al margen de la sintaxis organizada y codificada, son, decía el intelectual boloñés, los que elevan el lenguaje futbolístico, le dan vida y, finalmente, despiertan la fascinación de los espectadores.

En la cima de los momentos poéticos que puede deparar un partido de fútbol, Pasolini situaba el gol –“es fulguración, estupor, irreversibilidad, como la misma palabra poética”- y el regate. Por eso Leonel Messi ha sido durante tantos años el mejor poeta de la Liga. En su ausencia, correspondía a otros inventar los versos que debían alimentar espiritualmente a la afligida parroquia azulgrana. Pues bien, después de largos meses de escribir sus partidos con una prosa tosca, funcionarial y hasta deprimente, podemos decir que el FC Barcelona, bajo el magisterio de Xavi Hernández, ha empezado a encontrar una nueva voz poética, quizá no tan rotunda y hegemónica como la que tuvo en el pasado, pero sin duda emocionante.

Más allá de los goles y las victorias, gestos técnicos como el caño de Pedri a Balenziaga (ese poema sublime) solo pueden florecer y prodigarse en un contexto de confianza y alegría. “Solo se juega bien cuando se está de buen humor”, sentenció Pasolini en una entrevista concedida al ‘Guerin Sportivo’ en 1975. Los enemigos de la felicidad y la belleza nos dicen ahora que el Barça debe contener su entusiasmo porque no ha ganado nada. Discrepo. Tal como están las cosas en el mundo, me parece una mezquindad restar valor a cualquier posible fuente de dicha, por pequeña que sea. Más poesía es justamente lo que necesitamos. 

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