Ciencia ficción

Libros del futuro

Cada vez proliferan más novelas distópicas donde se nos muestra un presente distinto y un porvenir poco apetecible

Crítica de 'Foundation': un nuevo hito de las series

Crítica de 'Foundation': un nuevo hito de las series

Manel Esteller

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Recientemente me he animado con un compañero y conocido divulgador, Salvador Macip, a escribir un libro llamado 'Un dia la porta s'obrirà', formado por cuentos de imaginación y misterio. Un poco en la tradición de maestros como Edgard Allan Poe, H. P. Lovecraft o mi ídolo de juventud Italo Calvino. Dicha obra ha sido etiquetada también como un libro del género de la ciencia ficción, estando nominada para los Premios Imperdibles 2022 en literatura fantástica ante mi sorpresa y gratitud para los lectores. Una palabra alternativa que también me gusta para definir estas categoría es llamarlas obras de 'anticipación'. Las mismas nos anticipan lo que puede suceder en el futuro. Creo que alguna vez he confesado que una de las mejores clases de EGB (soy un ‘baby boomer’, ¡lo siento!) fueron las de un profesor que nos hacía leer las ‘Joyas Literarias Juveniles’ de la Editorial Bruguera. En aquellas tempranas lecturas descubrí a Jules Verne y desde entonces siempre me han acompañado las aventuras que relataba. Pues esas composiciones son obras de anticipación describiendo avances y logros que aún no eran del todo presentes y llegarían a su realización en años posteriores: desde el submarino al avión o desde la llegada a la Luna a los misiles. En realidad, solo recuerdo una novela que no se ha cumplido: ‘Viaje al centro de la tierra’. En la misma los exploradores se adentran en la corteza de la Tierra corriente abajo, cuando hoy aún no tenemos medios para hacerlo y al mismo tiempo evitar que la presión nos aplaste. 

Puede haber futuros más sombríos, algunos dirán que ya están aquí. Como en la novela '1984', de George Orwell, donde una sociedad jerarquizada y sujeta a un control estricto ha destruido esa vana esperanza de libertad del individuo. ¿Puede ser que un mundo donde la sobreexposición a las redes sociales sea ese Gran Ojo que todo lo ve? ¿Puede internet, una herramienta desarrollada inicialmente por científicos para hablar entre ellos, haberse convertido en ese gran censor e inquisidor en vez de darnos la libertad que prometía? No lo sé. Lo cierto es que cada vez proliferan más novelas distópicas donde se nos muestra un presente distinto y un futuro poco apetecible. Quizás una de las primeras en este género fue ‘El hombre en el castillo’, de Philip K. Dick, donde se nos muestra que la Segunda Guerra Mundial acabó de forma muy distinta y los nazis y el Imperio japonés se repartieron el mundo. Estos mundos distópicos también han sido ampliamente tratados en el cine, donde seguramente la saga ‘Terminator’, en que las máquinas creadas por la humanidad buscan la extinción de la misma, o las películas de la serie ‘Matrix’, donde los humanos viven en un sueño artificial construido por las maquinas dominantes, sean los mejores ejemplos. Esta idea de cómo la tecnología superará a las personas, y de cómo una pérdida de la condición humana nos hará más débiles y serviles, va ganando terreno. 

Las novelas de fantasía, imaginación, misterio, ciencia ficción, anticipación o como quieran llamar a estos géneros me parecen particularmente atrayentes si han sido escritas por autores con experiencia científica. Por ejemplo H. G. Wells realizó estudios de biología y luego escribió ‘La máquina del tiempo’, ‘La isla del doctor Moreau’ o ‘El hombre invisible’, adelantándose a las paradojas espacio-temporales, la manipulación genética o las nuevas tecnologías de camuflaje militar. El médico 'sir' Arthur Conan Doyle, creador del extraordinario Sherlock Holmes, se inventó la figura del Professor Challenger, que entre otras proezas visitó las profundidades marinas o descubrió fósiles vivientes en forma de dinosaurios. Y el más leído autor de ciencia ficción, Isaac Asimov, era un bioquímico notable con grandes conocimientos de la ciencia. Otro gran creador de mundos distópicos como los reflejados en las obras de la ‘Fundación’ y las leyes de la robótica. Mentes privilegiadas.

Así pues, lean. Y si pueden háganlo delante de sus hijos. Cada vez se lee menos y al mismo tiempo la comprensión lectora de los jóvenes también parece haber disminuido. No obstante, seguro que han adquirido otras habilidades. ¿Serán esas nuevas propiedades las que les permitirán sobrevivir y triunfar en esos nuevos mundos distópicos que se adivinan? Solo el futuro lo dirá y el presente de este artículo ya ha muerto.

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