Cisma en el PP

El juguete roto de la derecha

El líder popular se ha ganado su calvario, con un cúmulo de errores que se remontan a mucho antes de la crisis con Isabel Díaz Ayuso

Pablo Casado

Pablo Casado / JOSÉ LUIS ROCA

Andreu Claret

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Que Pablo Casado no suscitaba entusiasmos entre la derecha que manda en Madrid era un secreto a voces. Sin embargo, era difícil pensar que quienes configuran este poder auténtico, aquel que está por encima de las personas y los partidos, fuera a por él de un modo tan despiadado, desbaratando cualquier plan de negociación honorable de la crisis y forzando una convocatoria de congreso vergonzosa. Casado se ha ganado semejante calvario, con un cúmulo de errores que se remontan a mucho antes de la crisis con Isabel Díaz Ayuso. Su incapacidad para presentar una alternativa a una coalición mil veces demonizada, su incompetencia para aprovechar la crisis social y los conflictos internos del Gobierno, su torpeza para contener la sangría de votos hacia una extrema derecha que representa inestabilidad y alejamiento de la matriz europea, y su impotencia ante las andanadas que le propinaban desde el propio partido Cayetana Álvarez de Toledo o el propio José María Aznar (“oigo decir que hay que ganar para llevar a no sé quién a La Moncloa”), todo ello levantó una veda por la que irrumpió Díaz Ayuso, con fino instinto parricida, para darle la estocada final.

Por muy cantada que estuviera, esta ruptura en mil pedazos del juguete de la derecha no deja de ser aparatosa y de tener derivadas difíciles de calibrar. La primera es que el relato de la caída a los infiernos del jefe de la oposición es tan esperpéntico que tiene una prodigiosa capacidad para confundir los términos de lo ocurrido. En pocos días, Ayuso ha pasado de ser acusada de utilizar a su hermano como un testaferro, a ser la ¡Isabel! ¡Isabel! que corearon en la calle Génova, víctima de la mayor de las tropelías. La segunda es la alteración previsible del tablero electoral en beneficio de Vox. ¿Hasta dónde? Dependerá del desenlace de la crisis y de que esta no se cronifique. En todo caso, ahora ya no cabe duda de que el PP solo podrá aspirar a llegar al poder en 2023 del brazo de la formación que lidera Santiago Abascal. Herencia de Pablo Casado.

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