APUNTE

Valenciana prosa

Valencia v FC Barcelona - Mestalla, Valencia, Spain - February 20, 2022 FC Barcelona's Pierre-Emerick Aubameyang celebrates scoring their first goal with Gavi

Valencia v FC Barcelona - Mestalla, Valencia, Spain - February 20, 2022 FC Barcelona's Pierre-Emerick Aubameyang celebrates scoring their first goal with Gavi / REUTERS/Pablo Morano

Josep Maria Fonalleras

Josep Maria Fonalleras

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En una semana habremos hecho un curso acelerado de historia. El siglo XV fue una época gloriosa de la lengua catalana, con la eclosión de figuras capitales de la literatura, la mayoría de ellas valencianas. Desde el abrumado San Vicente Ferrer al delicado Jordi de Sant Jordi, desde la poesía excelsa de Ausiàs March o Roís de Corella a la novela intrépida, moderna, de Joanot Martorell. Todos, valencianos escribiendo en catalán, mientras en el Reino de Valencia –auténtico bastión y capital de la Corona de Aragón– se imponía la llamada “valenciana prosa”, un ejemplo de cómo ser elegante y preciso en las comunicaciones administrativas. Alfonso el Magnánimo conquistaba Nápoles y también establecía la corte. En una semana, habremos viajado a la antigua Corona, atravesando el Mediterráneo, sufriendo contra los napolitanos y enseñando, en Valencia, cómo se puede ser preciso y elegante en un ejercicio de caligrafía futbolística, sobre todo en la primera parte, con la aparición estelar de un gabonés magnánimo también.

El gran dilema que nos plantea el partido de Mestalla es decidir si Aubameyang (con una de esas volteretas circenses que siempre te hacen sufrir porque son bellísimas e innecesarias)repitió el hat-trick de hace tres años ante el Valencia, con el Arsenal. Es una pena para Pedri, pero Busquets tiene razón: “Sin la ayuda de Aubameyang el portero habría podido detenerlo". Es decir, quizás no hubiera sido gol. Es decir, el gol es del gabonés porque su espalda es decisiva. Es una manera estrambótica, de acuerdo, azarosa y dorsal de meter un gol, pero así Mestalla se convierte en su estadio fetiche, “que está asociado a una fuerza oa un ser extraordinario".

Continuidad histórica

El segundo dilema, menor, pero también interesante es de hecho una ucronía. ¿Qué habría pasado si...?. En cuatro minutos, podían anular el tercero del Barça (por fin, una de esas jugadas de antes, ¡casi un minuto de toques!) y podían dar el primero del Valencia, con lo que vete a saber cómo habría ido todo. Pero el hado nos fue favorable y, además, se conjuró el principio de continuidad. El balón sale del campo y la jugada que termina en gol es una sola jugada, que nace del balón que sale del campo. La misma continuidad histórica (¡es un decir!) que va del siglo XV a esta semana del XXI donde sabremos si seguimos enganchados al himno de la Europa League (¡qué remedio!) o si abandonamos la aventura en el reino de Nápoles. Mientras, en el de Valencia, el Barça ha escrito una página quizás más memorable de lo que pensamos. Tiempo al tiempo.

Quien sigue escribiendo episodios victoriosos es el baloncesto. Por los pelos, sí, pero con la contundencia de un señor equipo. Con la prosa lituana, llamativa y enérgica de Šaras Jasikevičius. Existe la teoría (un poco fantasiosa) de que el baloncesto y el fútbol son, en can Barça, vasos comunicantes. Que si vas bien con la cesta, fracasas en el césped. O al revés. Este domingo, de Valencia a Granada, se ha visto que no.

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