La nota

Casado sin aire

Núñez Feijóo hace de portavoz de los barones territoriales del PP y se perfile como el nuevo líder del centroderecha español

Pablo Casado

Pablo Casado / JOSÉ LUIS ROCA

Joan Tapia

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¿Alguien puede imaginarse, tras lo sucedido en los últimos días, una sesión de control del Congreso con Pablo Casado como airoso líder de la oposición? No digamos ya un debate del estado de la nación si Pedro Sánchez lo convocara antes de julio, fecha prevista para el congreso ordinario del PP.

Aznar dijo la semana pasada que la crisis del PP era peor que la de Ucrania porque había armas nucleares. Cierto. La presidenta de Madrid afirmó nada menos que había sido espiada y chantajeada por la cúpula del PP. Y desde Génova replicaron que Isabel Díaz Ayuso no había aclarado indicios de favoritismo e incluso sombras de corrupción. Si los mísiles continuaban todo el PP podía quedar arrasado.

Pero ya el primer perdedor ha sido Casado porque su fuerza inicial era inferior. Casado acababa de ver fracasada la operación de Castilla y León, con la que pretendía dar una patada triunfal y simultánea tanto a Pedro Sánchez como a Isabel Díaz Ayuso. Por el contrario, Ayuso encarna la aplastante victoria del PP contra Sánchez y Pablo Iglesias en las elecciones de Madrid en mayo. Y un partido siempre admira más a los ganadores. Además, el controvertido estilo de Isabel Díaz Ayuso es más directo y fresco que el siempre algo prepotente de los aparatos.

Por eso ya el mismo viernes los barones territoriales del PP, alarmados por el escándalo, advirtieron a Casado que debía restablecer la paz en un partido traumatizado. Así, Génova no se atrevió a seguir la guerra y tuvo que hacer marcha atrás el mismo sábado en el expediente sancionador a Ayuso que incluso la podía expulsar del partido. Pero la presidenta de Madrid, en posición de fuerza, no retiró la acusación de espionaje y recibió el apoyo de una manifestación de protesta contra Casado en la misma sede de Génova. Toda la imagen del PP se deshilachaba y los barones no podían permitir que el espectáculo de Madrid continuara mientras estaba pendiente de resolver la complicada situación en Castilla y León y había que afrontar las relevantes elecciones andaluzas. Y menos con Vox al alza en todas las encuestas y facilitando que las diferencias entre el PSOE y Podemos pasaran a un segundo plano.

Al final ha sido Nuñez Feijóo, con la autoridad moral que le dan sus cuatro mayorías absolutas en Galicia, el que con el apoyo de otros barones con mando en plaza como el andaluz Moreno Bonilla, Fernández Mañueco y la propia Díaz Ayuso (que se ha apresurado a afirmar que no aspira a la presidencia del PP nacional) ha advertido a Casado que la única solución era convocar con la máxima rapidez un congreso extraordinario que permitiera sacar al PP de la difícil situación a la que la guerra entre Casado y Ayuso le habían llevado. Y Nuñez Feijóo, un conservador pragmático y moderado, parece así abrir la puerta a, si recibe los respaldos suficientes, asumir la dirección del centro-derecha español. Muchos ya vieron en Feijóo el mejor candidato para suceder a Rajoy en el 2018. Entonces no se decidió y ahora asumiría un papel difícil pues no es diputado en el Congreso. 

Pero no nos precipitemos. La crisis está lejos de ser resuelta. Pablo Casado y García Egea aún se resistían ayer -en una tormentosa reunión de su directiva- a asumir la realidad del fracaso de su gestión. Pero Casado ya ha perdido. Ha copiado el ordeno y mando de Aznar sin ser Aznar. E incluso ha ignorado que Aznar pactó mucho (con los sindicatos e incluso con los nacionalistas Pujol y Arzalluz) hasta su mayoría absoluta en el 2000. Y que fue entonces cuando empezó a perder.    

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