Opinión | LIBERTAD CONDICIONAL

Lucía Etxebarria

Scarlett Ayuso

Ayuso / Etxebarria

Ayuso / Etxebarria / Zipi / EFE

Cuando mi madre no estaba enferma y todavía era capaz de seguir una película, uno de los momentos más bonitos que recuerdo con ella era volver a ver juntas 'Lo que el viento se llevó'. Obviamente yo ya había visto varias veces la película en televisión, de pequeñita, pero no recordaba gran cosa.

Verla con mi madre fue una experiencia entrañable porque podíamos comentar la película, hacer bromas, tener algo de lo que hablar, bordeando los escollos que muchas veces aparecen en la conversación entre una mujer conservadora y católica y una hija que no lo es.

A las dos nos encantaba Scarlett O’Hara.

Scarlett rompe con todos los moldes de su época. Inteligente, segura y decidida, no se deja manejar por los hombres y no tiene intención de vivir como segundona. Es amoral, interesada y egoísta. Nada que ver con las heroínas de la época.

En una época en la que la palabra feminismo ni siquiera existía y en el que el ideal de mujer sureña era el de una dama débil y necesitada siempre de un hombre, Scarlett se las arregla solita para sacarse las castañas del fuego y sacar a su familia adelante.

"Los enormes ojos verdes, la boquita de piñón, los rizos oscuros, los mohines, la expresión de muñequita ¿A quién se parece?

No es simpática, ni entrañable y tampoco desea serlo; por el contrario, es soberbia, grosera, cargante a veces y orgullosamente independiente.

Scarlett se convierte en empresaria en un mundo dominado por los hombres y, ante el peligro, ella es quien toma las riendas de la situación, la que se encarga de su familia, la que resucita su plantación, la que salva a Melania. Como el ave fénix, Scarlett resurge de sus cenizas una y otra vez. No hay obstáculo ni problema, ni ejército yanqui que pueda con ella.

Melania, su prima, es un ángel de bondad que en toda la película nunca comete una mala acción. Pero, ¿quién es el alma de la historia? ¿La buenísima Melania? No, por favor, Scarlett, faltaba más.

Ahora, lector o lectora, piensa en Isabel Díaz Ayuso. Los enormes ojos verdes, la boquita de piñón, los rizos oscuros, los mohines, la expresión de muñequita ¿A quién se parece? Exacto. También se mueve en un mundo dominado por hombres, también se enfrenta a ellos y... bueno, según parece también se mueve por sus propios intereses y también echa mano de recursos que no parecen ni muy morales ni muy legales.

¿Le importa esto último a sus fieles seguidores? No.

"No es la primera vez que el PP intenta eliminar de sus filas a una mujer que destaca"

Llegado el caso, si se demostrara que Ayuso ha beneficiado a su hermano para que cobre una comisión ilegal, ¿se lo perdonarían? Parece que sí. Las encuestas le dan a Ayuso un 60% de apoyo entre los votantes del PP. Solo un 17% apoya a Pablo Casado. El resto no sabe o no contesta.

No es la primera vez que el PP intenta eliminar de sus filas a una mujer que destaca. Pero quizás sea la primera en la que no lo vayan a tener muy fácil. Soraya caía bien entre los suyos, pero no era una gran belleza. Cifuentes parecía demasiado despreciativa. A Cayetana se la percibe como demasiado aristocrática y fría. Isabel es carismática, divertida, natural, incontestablemente guapa y, sobre todo, telegénica. En nuestra sociedad del espectáculo, no hay nada más vigente que un 'reality show' y ella lo lleva ofreciendo desde el inicio de la pandemia.

Los lectores catalanes no pueden entender por qué los votantes madrileños adoran a Isabel. «¿Cómo puede ser que el día en que casi se confirma que la presidenta firmó un contrato inflado a favor de su mejor amigo que incluía una suculenta comisión para su hermano sea el día en que una multitud enfebrecida decide presentarse en la sede de Génova al grito unánime de "oa, oa, oa , Ayuso a la Moncloa?".

Mis amigos catalanes no están bombardeados día a día por imágenes de nuestra Scarlett O’Hara castiza peleando en la asamblea, inaugurando monumentos, paseando a su perro... Siempre consciente de su poderoso imán para focos, micros y miradas ajenas.

¿Aman a Isabel porque es egoísta y manipuladora? No. Pero lo cierto es que la aman a pesar de sus defectos. De la misma forma en que mi madre y yo adorábamos a Scarlett O’Hara.

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