Mundo cinematográfico

¿Quién teme al algoritmo?

La agudeza de que hacen gala las plataformas para publicitar sus productos recuerda a ese momento clave de Hollywwod, el ‘pitching’

Escaparate de Filmin, con carteles alternativos de películas

Escaparate de Filmin, con carteles alternativos de películas

Jordi Puntí

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La oferta cada vez más descomunal de las plataformas digitales —HBO, Amazon, Netflix, Filmin y ‘tutti quanti’— ha provocado una competencia feroz y al mismo tiempo ha afinado los sentidos de los publicistas. Ya no basta con poner anuncios en los periódicos y pirulís, o traer a la actriz principal para que repita la misma respuesta en decenas de entrevistas de radio y tele. No, ahora las estrategias para que al final del día tu dedo acabe eligiendo tal película o tal serie deben ser personalizadas, como si detrás de la pantalla hubiera un hombrecillo que se dedica a catalogar tus gustos y hacerte propuestas seductoras. Este hombrecillo, claro, se llama algoritmo y a veces acierta, pero además quiere aparentar que te conoce como uno más de la familia. Cada plataforma tiene sus trucos de proximidad y de ahí esos ‘emails’ que proponen “seis series elegidas especialmente para ti”, o “un filme tropical para pasar este fin de semana gélido”, o “la nueva serie de aristócratas británicos que no sabías que querías ver”.

De todo el repertorio publicitario, los más ingeniosos y quienes parecen conocer mejor a sus abonados son los señores de Filmin. En lugar de seducirte con falsas promesas, su estilo no evita la autoironía, como un guiño cómplice, e incluso el apunte extravagante. Estos días, por ejemplo, han promocionado el estreno de una serie francesa —‘Ovni(s)’, del director Antony Cordier— vendiéndolo como “un cruce entre ‘Expediente X’ y Jacques Tati”. Y hace unas semanas describían la excelente ‘Cryptozoo’, de Dash Shaw, como “un cruce lisérgico entre ‘Jurassic Park’ y ‘Tomb Raider’”.

Esa agudeza atrevida para resumir y vender una película en pocas palabras me recuerda a uno de los momentos clave en Hollywood: cuando un guionista o un director deben convencer al productor para que se decida a financiar un filme. Es lo que llaman hacer un ‘pitching’: lanzar una idea a saco y así capturar en pocas palabras la atención de quien pone los dólares. Las escuelas de cine americanas recomiendan decenas de libros que teorizan sobre el arte del ‘pitching’: la elección de palabras, los referentes, la sorpresa, la humildad... Todo debe estar calculado, dicen, para que la exposición no se alargue más de lo que duraría un trayecto en ascensor en el que te encuentras por casualidad a un productor y lo abordas (es decir, entre 60 y 90 segundos). Los manuales citan el ejemplo de ‘pitching’ de Ridley Scott cuando quería vender su proyecto sobre ‘Alien’: “Es como ‘Tiburón’, pero en el espacio”, dijo. Y ese otro para resumir ‘Yentl’, el drama que protagonizaba Barbra Streisand: “Es un cruce de ‘Tootsie’ y ‘El violinista en el tejado’”.

Hoy, en los tiempos de Twitter y las redes sociales, donde todo va tan rápido, la franja de atención se ha reducido aún más, por eso resulta efectiva la estrategia de Filmin de proponer referentes conocidos. Uno busca y busca entre la oferta abrumadora y, aunque sea por el ingenio de una formulación tan excéntrica, ya vale la pena dar una oportunidad a la película.

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