Apunte
Hartos de ertes
Tras la pandemia hay que empezar a normalizar la actividad sin dejar a su suerte a los sectores más tocados
Agustí Sala
Redactor jefe de Economía
Además de El Periódico, trabajé de 1989 a 1990 en La Economía 16, como responsable de Economía en el Diari de Barcelona, de 1989 a 1990; en la sección de Economía de TVE Catalunya de 1987 a 1989, en Antena 3 de Radio, de 1985 a 1987 y en el Diari Menorca, de 1983 a 1985 y Radio 80-Menorca. Además la licenciatura en Ciencias de la Información por la Universitat Autònoma de Barcelona (1992-1986), tengo un posgrado en dirección general (PDG) 2011-2012y un curso de Márketing Digital y Redes Sociales por la EAE Business School
Es evidente que los expedientes de regulación temporal de empleo (erte) del covid no pueden durar toda la vida. En algún momento hay que pasar al nuevo sistema, el mecanismo Red, con su variante cíclica y sectorial, una vez que finalice la actual prórroga el 28 de febrero, tal como ha anticipado el Gobierno.
A 17 de febrero quedaban unas 104.000 personas sujetas a esta suspensión temporal de empleo que ha salvado muchos puestos de trabajo -recordemos que llegaron a ser unos 3,5 millones-. Habrá tenido un coste para las arcas públicas. En concreto, en los dos años que llevan en vigor las ayudas para ertes covid, el erario público ha destinado un total de 39.050 millones de euros. Pero hubiera sido mucho mayor y probablemente por más tiempo si todos los afectados se hubieran convertido en parados, muchos de ellos con pocas probabilidades de hallar un nuevo trabajo, sea por edad o por formación.
Patronales y sindicatos han pedido al Gobierno al menos un mes de transición para que las empresas puedan negociar los nuevos expedientes ya con la nueva legislación. Es algo que afecta mucho a negocios relacionados con el turismo, de los más afectados por la pandemia, y aún sufriendo sus efectos en la actualidad muchos de ellos. La actividad que más trabajadores tiene protegidos por erte es actualmente la de agencias de viajes, con las que el Gobierno quiere empezar con el nuevo mecanismo de apoyo sectorial. Pero no hay que olvidar a quienes trabajan en hoteles, restaurantes o aerolíneas, entre otros, todavía afectados por los efectos del covid.
Una cosa es cierta: existe un agotamiento pandémico generalizado y ganas de la mayor normalidad posible. Muchos están hartos del virus y ¿por qué no? también de los ertes del covid, pero no por el mecanismo en sí sino por lo que recuerda y lo que cuesta (al erario). En todo caso, dados los buenos resultados obtenidos con este balón de oxígeno para empresas y trabajadores, los nuevos mecanismos para paliar crisis, sean cíclicas o sectoriales, adaptados al nuevo contexto, deben consolidarse.
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