Hazme un 'dibujito'

Imaginemos que vas a un abogado, le cuentas tu vida matrimonial y luego le dices, hazme un 'borradorcillo' para divorciarme. O vas a un médico y le pides: mírame a ver que tengo y hazme una 'recetilla' para curarme. Eso sin pagar un euro, claro. Pues bien, ese es el pan nuestro de cada día para diseñadores, grafistas, interioristas, arquitectos y demás gentuza creativa.

Llega el presunto cliente, te explica su necesidad y con toda naturalidad te pide que le hagas un 'dibujito'. Nada oye, cuatro rayas, no te mates. Sea para su nueva casa, para crear un logotipo, para reformar su tienda o para crear una lámpara. Con toda impunidad. Cuatro rayitas y luego ya veremos.

Si al menos dijese hazme un dibujo, la dignidad quedaría –aunque mancillada– a salvo. Pero el diminutivo es exasperante. Un 'dibujito', un 'bocetito', un 'planito', algo sin importancia. Menospreciando de entrada el trabajo. ¡Pero, querido cliente, justo en ese trozo de papel está condensada la idea, la sustancia, el concepto, que solo brota tras arduos años de formación y larga experiencia! ¿Cómo se les ocurre tal petición? Porque la creatividad cotiza a la baja, la ejercen tipos a los que les gusta, les va la marcha. ¿Encima quieren cobrar? También porque un dibujo parece fácil, ocupa poco, no pesa, no abulta. Aunque sea el fruto de gran esfuerzo y pericia. No es un bien tangible. Incluso, una vez visto, suele parecer banal. Ver la solución desvanece el misterio. ¡Ah! era eso, claro. Como decía Steve Jobs, “los consumidores no saben lo que quieren hasta que se lo mostramos”. Y entonces parece de lo más normal.

Hay otro vicio aún peor, pedir varios 'dibujitos' a diversos 'profesionalitos'. De esa forma se obtienen diversas ideas gratis para poder elegir. Si total, son solo unos croquis. Triquiñuela típica de los concursos no retribuidos, pero eso es otra historia, lamentable asimismo. 

Por favor, a partir de ahora, cuando necesites ayuda creativa, di: hazme un 'dibujazo' y paga lo que sea justo. Nos gusta lo que hacemos, pero también comemos.

Suscríbete para seguir leyendo