La nota

Autogoles (1)

El Gobierno fue a la decisiva votación sobre la reforma laboral con solo 154 diputados, y por propia voluntad, cuando le corresponden 155

Yolanda Díaz y Pedro Sánchez

Yolanda Díaz y Pedro Sánchez / JOSÉ LUIS ROCA

Joan Tapia

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El error del diputado del PP Alberto Casero -que no es un diputado cualquiera- ha salvado la reforma laboral pactada entre el Gobierno, la CEOE, UGT y CCOO. La reforma, que costó largos meses de negociación, merecía algo más digno. Ahora los autogoles son noticia y quizás el domingo veamos otro de Pablo Casado si, como predicen varias encuestas, el PP queda lejos de la mayoría absoluta y necesita sustituir a Cs por Vox para gobernar.

Pero no solo el PP sufre autogoles. La vicepresidenta Yolanda Díaz ha recriminado a ERC que por su culpa se estuvo a punto de perder la votación y que no se juega con las cosas de comer. Pablo Iglesias, no sabemos si como comentarista o Arzalluz de Podemos, lamenta que el PSOE no sepa aún que pactar con la derecha es aceptar ‘caballos de Troya’ y que el jueves se consiguió que fuerzas de izquierdas se pelearan entre ellas. 

Por su parte, Pedro Sánchez culpa al PP: “Vimos el verdadero rostro de una derecha que blanquea el transfuguismo”. Junto a él, en León, Zapatero añadió: “Están llorando por las esquinas, que tengan un poco de pudor que querían ganar con dos tránsfugas y por atrás”.

Pero lo que ha pasado también demuestra que el Gobierno PSOE-Podemos funciona mal. Ganó la votación por el error de un diputado del PP, pero ya antes había renunciado a un diputado propio. Como si un equipo saliera a un partido decisivo con un jugador menos por peleas en el vestuario. La coalición debería tener 155 diputados y no 154 como pasa desde octubre. Y por voluntad propia.

Entonces el diputado canario de Podemos, Alberto Rodríguez, fue condenado por el Supremo a 45 días de cárcel e inhabilitación de sufragio pasivo (inelegible para cargo público) por pegar una patada a un policía en 2014. Pero la prisión se le conmutó por una multa de 540 euros. Al no haber prisión los letrados del Congreso -y la propia presidenta Meritxell Batet- decidieron que no había que privarle del acta de diputado. Pero una advertencia del presidente de la Sala Segunda del Supremo, Manuel Marchena, diciendo que la sentencia se debía cumplir, hizo que Batet cambiara de opinión y le inhabilitara. Podemos se llevó las manos a la cabeza y la acusó de prevaricar. Crisis y confusión en la coalición.

¿Se equivocó Batet? ¿Podía haber plantado cara a riesgo de abrir una guerra entre la presidencia del Congreso y el presidente de la más poderosa sala del Supremo? Quizás, pero lo que no tiene sentido es que cuatro meses después Podemos no le haya relevado y que la coalición tenga un voto menos. Mientras, Rodríguez ha recurrido al Constitucional. ¿Pensaba que era un juzgado de guardia que rápido le iba dar la razón contra el Supremo?

El mundo complicado de Podemos no se ha atrevido a exigir a Rodríguez el acta y el PSOE no ha osado enturbiar mas las relaciones entre ambos. Legítimo, pero tiene un coste y la medida estrella de la legislatura solo ha salido por el error de un diputado del PP. Un gran ridículo, lo que Tarradellas dijo que era lo único que en política nunca se podía hacer. Yolanda Díaz culpa a ERC, Iglesias se queja de que el PSOE mira al centro y Sánchez y Zapatero atacan a los dos diputados navarros que no solo ignoraron la directriz de UPN, sino que, Dios sabrá por qué, ocultaron durante todo el día el sentido de su voto.

Vale, pero si Podemos y el PSOE hubieran tenido su casa en orden todo habría sido distinto. ¿La pondrán ahora o seguirán tentando cualquier otro autogol en las próximas votaciones del Congreso que no serán fáciles?  

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