Salud pública

"Un servicio para pobres siempre será un pobre servicio"

La pandemia del covid-19 ha mostrado la necesidad de fortalecer el sistema de salud

Momento de una operación de trasplante en un hospital

Momento de una operación de trasplante en un hospital

Carme Borrell

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En los últimos meses se ha escrito que durante estos dos años de pandemia de covid-19 ha aumentado la población que ha decidido pagar una mutua privada para cubrir sus necesidades de servicios de salud. Quisiera realizar algunas valoraciones sobre esta tendencia.

Según los datos de la Encuesta de Salud de Catalunya de 2020, la población que dispone de doble cobertura sanitaria, o sea, que además de la cobertura sanitaria pública, paga una mutua privada, ha pasado en los últimos años del 25% al 32% y ese porcentaje tiende a crecer durante la pandemia. Son sobre todo las personas de clases más acomodadas las que pagan servicios privados (54,7% de las de clase más acomodada y 18,3% de las de menos). Esta situación se debe a las carencias de la cartera de servicios de nuestro Sistema Nacional de Salud, como por ejemplo los servicios de odontología, o por las largas listas de espera para poder recibir según qué tratamientos.

Durante la pandemia del covid-19, el Sistema Nacional de Salud de Catalunya ha estado altamente tensionado y en la actual sexta ola se ha visto especialmente afectada la atención primaria hasta el punto de que en los centros de salud se han llegado a realizar 100.000 visitas diarias en pacientes con covid-19, un número de visitas que nunca se había alcanzado. No podemos olvidar que la financiación de la atención primaria de salud es insuficiente desde hace décadas y estamos todavía muy lejos de alcanzar el 25% de todo el presupuesto de salud reclamado por la Organización Mundial de la Salud. De hecho, el informe de salud de Barcelona que se ha presentado recientemente ya puso en evidencia que durante la pandemia del covid-19 han disminuido los nuevos diagnósticos de enfermedades crónicas, como el cáncer o enfermedades cardiovasculares, en un 36%. Según la encuesta de Eurfound, que analiza el impacto de la pandemia, en 2021 una cuarta parte de la población del Estado español declaraba tener necesidades de asistencia sanitaria insatisfechas, porcentaje que había aumentado respecto al inicio de la pandemia.

El hecho de que nuestro Sistema Nacional de Salud no tenga la capacidad para atender a toda la población, retrasando los diagnósticos y haciendo más largas las listas de espera y, por tanto, perdiendo calidad, favorece aún más que las personas que se lo pueden permitir adquieran una mutua privada para complementar la cobertura de la sanidad pública. Este flujo de la población más acomodada hacia los servicios de salud privados no favorece nuestro estado del bienestar. No podemos arriesgarnos a acabar teniendo una sanidad privada utilizada por la población acomodada y una sanidad pública por la población más pobre como ocurre en otros países donde los servicios sanitarios están en manos de las dinámicas del mercado.

La frase de Olof Palme (primer ministro socialdemócrata sueco en los años 1970) según la cual “un servicio para pobres siempre será un pobre servicio” vuelve a tener mucha relevancia en un momento como el actual y nos muestra la importancia de que servicios públicos, como los de salud, sean utilizados por toda la población, a fin de que sean más valorados y defendidos por toda la sociedad. Unos servicios públicos universales en países con amplio estado de bienestar darán cobertura a toda la población y serán un derecho real de ciudadanía. En nuestro país tenemos un estado de bienestar menos desarrollado con servicios públicos de salud y educación con amplia cobertura poblacional pero todavía con bastantes aspectos a mejorar. Es importante señalar que los servicios públicos serán utilizados por toda la sociedad siempre que sean accesibles y de buena calidad.

Por estos motivos es más necesario que nunca invertir en nuestro Sistema Nacional de Salud y sobre todo en la atención primaria. Y esta inversión implica no solo destinarle más presupuesto sino también evaluar su reorganización. Recientemente, se ha reivindicado por parte de profesionales de la medicina de familia "dejar de hacer para poder hacer", es decir, dedicar menos tiempo a las personas que tienen covid-19 de forma leve y a los trámites burocráticos relacionados con ello para poder centrar la atención sanitaria en las personas que realmente lo necesitan. Urge asumir estos retos por el bien de nuestro Sistema Nacional de Salud y de la ciudadanía.

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